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El actor y su capacidad para recrear personajes

Por | 30 marzo 2006 | Comentar

Un buen baremo para calibrar el talento de un actor, al menos para mí, está en la capacidad de éste para conseguir que te olvides de su cara y, cuando lo veas en la peli, te creas al personaje y a su historia. A algunos actores de indudable talento se les nota su actitud acomodaticia en cuanto acuden a su repetitivo repertorio de gestos interpretativos. Así, consiguen el efecto contrario: sólo ves la cara de la estrella y no la de su personaje (ejemplo, De Niro y sus recientes trabajos cómicos, que aunque estimables algunos, empiezan a reiterarse con esa pose de tipo malencarado). Todo esto guarda mucha relación con la asunción de riesgos por parte de los intérpretes. Al principio, cuando sí tienen verdadera ‘hambre’, desbordan talento y rubrican algunas de sus mejores interpretaciones. Como el De Niro de Taxi Driver o el Pacino de El Padrino. Pero sí traspasan su rol de actores y se convierten en productores, o en despilfarradores (lo más común), tienen que hacer de todo para sustentar su nuevo tren de vida. Caso aparte es el de Brando, quien exhibía su tarro de las esencias cuando a él le salía de su entrepierna. Quizá fue tacaño, pero también fue el mejor.

Philip Seymour Hoffman es, hoy día, uno de los mejores actores del mundo. Su lista de secundarios ‘robaplanos’ y su sobrada capacidad para lograr esa recreación del personaje a la que aludía le avalan. En Capote, como en otros muchos trabajos suyos previos, te olvidas de su nombre y sólo ves al personaje grotesco y narcisista de un escritor con un talento proporcional a su megalomanía. Ves a Truman Capote y no a Hoffman, y sólo este crucial matiz le da otra dimensión a esta notable película de Bennett Miller. Él ya ha hecho incursiones en el cine taquillero como en El Dragón Rojo, y ahora parece que, de la mano de Tom Cruise, va a hacer su primera apuesta decididamente comercial en Misión Imposible III, secuela que va de mal en peor después de la digna primera entrega rubricada por Brian De Palma. Espero que no se eche a perder y siga regalándonos excepcionales trabajos.

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Buen cine para airear los trapos sucios propios

Por | 28 marzo 2006 | Comentar

Imagen de Buenas noches y buena suerte (2005, George Clooney).

Cuando se trata de filmar escándalos políticos o económicos de su propio país, los norteamericanos lo suelen hacer bastante bien. Con precisión y sin remilgos en la crítica. Este año lo han vuelto a demostrar con Syriana, de la que ya escribí hace unos días, y con Buenas noches y buena suerte, que al fin pude ver después de haber llegado con una lamentable demora a capitales pequeñas como Jaén. Esta criatura de la revelación cinematográfica de este año, el Clooney director/actor comprometido (también actúa en Syriana y la produce), no trata de emocionar ni conmover. No hará brotar esa lagrimilla que sí consiguen deslizar notables cintas de vertiente más dramática. Pero al espectador despierto e interesado en amueblar su cabeza le ofrecerá alguna que otra idea para la reflexión. Por supuesto, los periodistas deberíamos darnos por aludidos en ella, pues su mensaje no sólo no pierde vigencia, sino que la acrecienta en los tiempos actuales. La película se inicia con un discurso de 1958 de Edward R. Murrow en la convención de la Asociación de Directores de Informativos para Radio y Televisión. En él, Murrow conmina a sus compañeros a no perder el valor de la televisión como medio informativo y les insta a que no la circunscriban a un simple aparato de entretenimiento en el que la importancia de la publicidad y las audiencias masivas relegan el contenido noticioso. Imaginaos qué pensaría Murrow de la deriva actual de la televisión, y en general de la basta industria mediática, más preocupada por liderar audiencias, y comerse así el trozo más grande del pastel publicitario, que en ejercer el periodismo con rigor.
Pero también es un sagaz alegato a favor la libertad de expresión y del resto de libertades civiles. Y su correlato con estos tiempos de furor guerrillero contra el terror es obvio: el poder no es tonto y sabe aprovechar estas coyunturas para ganar en atribuciones propias y restarle libertades al pueblo. La caza de brujas del senador McCarthy quebraba el principio del librepensamiento político esencial en toda democracia. Y en la actualidad, los políticos ya han aprovechado la situación para “ir más allá de unas medidas de seguridad legítimas”, según cometa en este artículo Reed Brody, director adjunto de Human Rights Watch.

Tres ejemplos recientes de cine yankee autocrítico

JFK (Caso abierto). Excepcional película de Oliver Stone --un habitual entre los directores dedicados a revisar espinosos asuntos internos del país-- sobre el asesinato de John Fitzgerald Kennedy. La película sugiere varias hipótesis conspiratorias en torno al asesinato del presidente Kennedy y sostiene que la trama se encubrió a través de un cabeza de turco: Lee Harvey Oswald, ex marine y ex comunista. El reparto de la cinta está a la altura de su calidad: Kevin Costner, Tommy Lee Jones, Kevin Bacon, Gary Oldman, Jack Lemmon, Walter Matthau y Joe Pesci, entre otros. Casi nada al aparato.

La cortina de humo. Película de escasa calidad y que pasó más bien desapercibida, pero que planteaba una historia muy relacionada con la actualidad reciente. Su sinopsis es bastante elocuente al respecto: “Tras ser pillado in fraganti en una situación escandalosa días antes de su reelección, el presidente de los Estados Unidos cree llegado el momento de crear una guerra que distraiga a la prensa de su affair. Uno de sus consejeros contacta con un productor de Hollywood para inventar una guerra en Albania que el presidente pueda terminar heroicamente delante de todas las televisiones”. Obviamente, se alude al asuntillo que se traían entre manos en el despacho oval la señorita Lewinsky y el ex presidente Clinton, a quien le quisieron abrir un proceso de impeachment (especie de moción de censura) por su desliz.

Nixon. Otra del citado Stone. Película densa, a veces hasta difícil de seguir, pero de gran interés por el perfil trazado en ella, ya no sólo político, sino también psicológico, sobre este polémico presidente americano. Su permanente angustia por verse como un segundón al lado de la triunfante familia Kennedy, a la que envidiaba con maldad, le influyó a la hora de tomar decisiones políticas. Lleno de traumas e inseguridades, terminaría por abandonar la Casa Blanca cuando el Watergate le reventó durante el inicio de su segundo mandato. La magnífica interpretación de Anthony Hopkins se vio recompensada con una nominación al Oscar.
Os dejo con:
  • Y el trailer de Syriana.

[+] Crítica de Syriana
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Volontè y su creación del sociópata El Indio

Por | 26 marzo 2006 | Comentar

Sergio Leone, creador y máximo exponente del Spaguetti Western, siempre dio una especial importancia a los malvados de sus películas. Los dotó de una personalidad muy particular que solía perfilar al detalle. Son más que seres despiados, son, en realidad, sociápatas que no dudan al ejercer el acto más cruel que alguien puede cometer: matar a un igual. Es más, no sólo no se lo piensan a la hora de apretar su ligero gatillo, sino que parecen encontrar cierto placer en descargar su revólver sin rastro de compasión. Dice Willy Munny, el personaje de Eastwood en Sin Perdón: "Matar a un hombre es algo despreciable. Le quitas todo lo que tiene, y todo lo que podría llegar a tener". Para este tipo de forajidos, generalmente en estado de inconsciencia por el alcóhol, las drogas o su propia mente enferma, esto no parece contar. Matan sin pestañear.
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Hermoso homenaje a madres e hijas

Por | 24 marzo 2006 | Comentar

Pedro Almodóvar concita en torno a sí adhesiones inquebrantables y odios viscerales. No sólo como cineasta, sino como personaje icónico e imprevisible opinante despistado. Ahora, con Volver, parece haberse reconciliado con sus detractores más contumaces, logrando así un inusual beneplácito unánime. Es indudable el poso de sabiduría que, película tras película, deja traslucir el manchego en sus nuevas obras. Aunque muchas de ellas las ha arruinado él mismo con su deriva hacia sus llamados temas ‘personales’ (en realidad, idas de olla difícilmente digeribles para muchos espectadores).

Volver supone el reencuentro de Almodóvar con sus raíces y su regreso al cine de mujeres de carácter fuerte e indomable valor. En un tono de comedia, aunque el drama también se inmiscuye en algunas emotivas escenas, la película calca la vida de varias mujeres humildes y curtidas en la vida del pueblo. Los ambientes de la Mancha más profunda, donde se crió Almodóvar, son presentados casi como una postal de una palpable realidad patria... [Sigue leyendo]
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Los productores de 'Lobo', a punto de concluir el rodaje de 'GAL'

Por | 17 marzo 2006 | Comentar


Al rebufo de la rentable taquilla dejada por Lobo (1,7 millones de espectadores), Mundoficción concluirá este mes el rodaje de su segundo filme como productora: GAL. Miguel Courtois vuelve a dirigir esta película de similares trazas a la protagonizada por Eduardo Noriega. Como película de género no estaba mal Lobo, pero se echaba en falta una contextualización más detallada de la ETA de comienzos de los 70. Y por lo que cuenta el director, esta peli no se va a apartar mucho de ese patrón:

"GAL es un thriller de acción. No hay ficción pero hemos tenido que condensar 15 años de la historia de España en dos horas y eso es muy complicado: dos o tres personajes se han convertido en uno y, naturalmente, hemos seleccionado acontecimientos. Además, algunos escenarios son más espectaculares"

Es decir, veremos una película entretenida y que, al parecer, se adentrará poco en el farragoso tema político que hubo tras los GAL (Grupo Antiterrorista de Liberación). De ahí que me parezan exageradas las comparaciones que se autoatribuye Melchor Miralles, director general de Mundoficción y uno de los periodistas que, junto a Ricardo Arqués, destapó gran parte de la trama de los GAL:

"No va a ser una película parecida a ninguna otra, no está inspirada en ningún otro largometraje, pero pueden buscarse puntos de encuentro respecto a la historia que vamos a contar en películas como Todos los hombres del presidente, Agenda Oculta, Los tres días del cóndor, Los días de Argel, Z..."

Si se pareciera a Todos los hombres del presidente, me sorprendería y alegraría, pero dudo que la apuesta sea ésa, pues el filme de Alan J. Pakula no busca epatar, sino relatar lo ocurrido con el Watergate siguiendo los pasos de la investigación periodística de Bob Woodward y Carl Berstein. Y la mejor prueba de su fidelidad a los hechos es que aquí sí se respetan los nombres reales de sus protagonistas y del resto de personajes implicados. ¿Por qué no lo hacen también en GAL?

El reparto lo encabezan Natalia Verbeke y José Garcia, quienes forman una pareja de periodistas de investigación, y Jordi Mollà, como policía de expeditivos métodos. También contará con secundarios de lujo como José Coronado, soberbio en su papel del agente de los servicios de inteligencia españoles en Lobo. En la web oficial podéis ver un teaser de la peli, imágenes del rodaje y de los personajes reales, así como un amplio dossier de prensa diseñado como si se tratara de un diario. En él se incluyen también algunas de las informaciones que se publicaron sobre el caso.
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Inevitable sensación de dejà vu

Por | 16 marzo 2006 | Comentar


Seré breve, pues la ocasión lo merece. Tristán e Isolda, autopromocionada como el antecedente de Romeo y Julieta, me pareció una floja película incapaz de emocionar como la gran historia de pasiones que se nos vende ni tampoco entretiene como cinta de batallas medievales. Su falta de originalidad es clamorosa: hace una refritanga de tópicos trillados en cintas de similar pelaje e igual mediocridad. A Tristán, el héroe, le ocurre lo habitual en estos casos: le matan a sus padres y, de mayor (cosa que ocurre en un simple paseo por el campo --por arte de magia, la estela de un renacuajo se difumina en la de un talludito adolescente--), será el líder/guerrero/rey que guiará a su pueblo a la victoria frente al malvado enemigo. Pero para abundar en más tópicos (hasta aquí, hemos copieteado un poco a Conan), el filme busca otra sonrojante y absurda influencia: el torneo entre caballeros para ganarse a la hija del rey convocante de la pachanga. Aquí aparece el tufillo de Heath Ledger y su Destino de caballero. Si a todo eso le queremos dar un tono de zafio romanticismo, al estilo del Romeo+Julieta de Di Caprio, tenemos una ecuación de fast food fílmico de lo más hortera. Las chicas se quedarán con el careto de James Franco, mientras que los chicos nos quedamos con la bonita cara de Sophia Myles. Por cierto, os habéis preguntado alguna vez por qué en estas películas los protas son tan guapos y salen siempre tan relimpios, mientras que el resto del reparto sí tiene un feo careto para acojonar dando mandobles y parece llevar unos cuantos meses sin haberse aseado. Se ve que el medievo no perjudicaba a todos por igual.
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Lección de ritmo en una magnífica adaptación

Por | 14 marzo 2006 | Comentar


Es digno de elogio el respeto con que adapta sus clásicos literarios el cine británico. Quizá no siempre lo hagan con éxito, pero cuando lo logran, el resultado es de fábula. O como sería preceptivo en este caso, de película. Orgullo y prejuicio, la novela más conocida de la escritora británica Jane Austen (1775-1817), ha sido una de las más adaptadas, tanto en el formato cinematográfico como en el televisivo. También Sentido y sensibilidad, otra de sus obras de referencia (Ang Lee fue el último en adaptarla en 1995). La primera vez que se llevó al cine Orgullo y Prejuicio fue en 1940, en un filme protagonizado por Laurence Olivier y Green Garson y con un guión firmado por Aldous Huxley y Jane Murfin. Hay más adapataciones, alguna incluso hace una traslación a nuestro tiempo, y en el formato televisivo hay también otras cuantas: de las más conocidas, una de 1980, y otra de 1995, la más aclamada y con un reparto encabezado por Colin Firth, quien se dio a conocer tras ella, y Jennifer Ehle.


Dirección: Joe Wright.
País: Reino Unido.
Año: 2005.
Duración: 127 min.
Género: Drama romántico.
Interpretación: Keira Knightley (Elizabeth Bennet), Matthew Macfadyen (Sr. Darcy), Brenda Blethyn (Sra. Bennet), Donald Sutherland (Sr. Bennet), Tom Hollander (Sr. Collins), Rosamund Pike (Jane Bennet), Jena Malone (Lydia Bennet), Judi Dench (Lady Catherine de Bourg), Carey Mulligan (Kitty Bennet), Talulah Riley (Mary Bennet).
Guión: Deborah Moggach; basado en la novela de Jane Austen.
Producción: Tim Bevan, Eric Fellner y Paul Webster.
Música: Dario Marianelli.
Fotografía: Roman Osin.
Montaje: Paul Tothill.
Diseño de producción: Sarah Greenwood.
Vestuario: Jacqueline Durran.
Estreno en España: 10 Febrero 2006.
Web: www.prideandprejudicemovie.net

Esta adaptación de Orgullo y Prejuicio está admirablemente rodada y su guión, del que se percibe un notable esfuerzo condensador (la película clava las dos horas), ha construido un relato inteligente y entretenido. Pese a la apariencia de típica comedia romántica que parecen dar los trailers, reforzada por el hecho de que en ellos se aluda a los productores de El diario de Bridget Jones y Love Actually como responsables de esta cinta, los momentos cómicos no abundan tanto en ella y se circunscriben a las histéricas apariciones de la madre de las hermanas Bennet, la Sra. Bennet, admirablemente encarnada por Brenda Blethyn. Su obsesión por enmaridar a su extensa prole de hijas le hace bordear el más absoluto ridículo en más de una ocasión. Pero lo más sustancioso del filme es la precisa descripción que hace de sus múltiples personajes, pese a su contenido metraje, para abordar un crucial asunto en aquella época (s.XVIII): el matrimonio y los convencionalismos sociales aparejados al mismo. Así, cada uno de los integrantes de la familia Bennet tiene un particular punto de vista perfectamente reflejado en la historia. Desde la protagonista, Elizabeth Bennet (fantástica Keira Knightley), a quien no le convence la idea de aceptar la primera propuesta que tenga para asegurar cuanto antes su porvenir y el de los suyos, pasando por el de la madre, cuya postura es esecialmente pragmática: en cuanta haya ocasión, al altar, o el del padre (un gran Donald Sutherland), que parece pasar del tema pero, en última instancia, sólo desea la felicidad de sus hijas. La película, además de adentrarse en los hábitos sociales de emparejamiento, esencialmente mercantilistas y clasistas bajo nuestra óptica actual, establece un duelo de atracción y rechazo entre sus dos protagonista, la citada Elizabeth Bennet y el potentado Sr. Darcy (correcto Matthew Macfadyen). El orgullo a veces, y los prejuicios otras, irán tensionando el tira y afloja mantenido por ambos durante todo el relato.

Por último, me han gustado varios aspectos técnicos del trabajo del joven director Joe Wright, curtido, sobre todo, en mini-series para la tele. Además de la fotografía o la fiel recreación de la época a través de los decorados y el vestuario, me gustó especialmente el uso que hace de varios largos planos secuencia para rodar escenas de un metraje considerable. El más destacado, el que arranca en el baile y concluye con el personaje de Elizabeth Bennet tras salir del mismo. Un buen manejo de la steadycam para construir escenas también empleado, y con igual eficacia, al comienzo del filme.

Os recomiendo esta nueva versión de Orgullo y Prejuicio. Lo pasaréis bien. Garantizado.
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Estreno de Volver, de Almodóvar, este viernes

Por | 13 marzo 2006 | Comentar


Su cine irrita a algunos y apasiona a otros. Pero no se le puede cuestionar a Almodóvar el haber conformado, durante su ya dilatada carrera, un personal estilo para narrar historias de un sello no menos personal. Tanto Hable con ella como Todo sobre mi madre son dos de mis favoritas, y de La mala educación me gustaron, sobre todo, determinados aspectos técnicos muy cuidados (como la fotografía) y secuencias concretas de gran belleza. Me parece también hábil el juego que el guión establece a través del cine dentro del cine, pero el thriller que hay al fondo de esta historia quizá no enganche como debiera. Este anterior trabajo también confirmaba la depuración formal alcanzada por Almodóvar y su buen criterio a la hora de poner música a sus cintas (el gran Alberto Iglesias, nominado al Oscar este año por la banda sonora de El jardinero fiel, compuso la música de los tres trabajos de Almodóvar citados aquí, así como de Volver, entre otros). Pese a que veces molesten ciertas manías de las temáticas almodovarianas, algo que no debería usarse como prejuicio antes de ver sus trabajos o al valorarlos después, es también aplaudible el valor testimonial de sus filmes sobre la sociedad española en todas sus vertientes: desde la más castiza y profundamente autóctona (como ahora en Volver) hasta la más urbana (como en Mujeres al borde de un ataque de nervios). Porque el cine norteamericano podrá estar muy bien elaborado, pero, en general, sean sus temáticas más o menos universalizables, sólo se refiere a su propia sociedad, como es lógico por otra parte. Y, a veces, apetece encontrarse en el cine con unos personajes cuyos rasgos y maneras de expresarse y vivir nos sean familiares.

Los extras participantes en Volver y el público asistentes al estreno mundial en Puertollano se vieron identificadas, por lo comentado al término de la proyección, con esta Mancha descrita por Almodóvar en una película de reencuentros personales y profesionales (como el de Carmen Maura, con quien vuelve a trabajar tras 17 años).

Antes de dejaros las líneas de la sinopsis del filme, os dejo el trailer para abrir boca.

Sinopsis:

"Tres generaciones de mujeres sobreviven al viento solano, al fuego, a la locura, a la superstición e incluso a la muerte a base de bondad, mentiras y una vitalidad sin límites.
Ellas son Raimunda (Penélope Cruz) casada con un obrero en paro y una hija adolescente (Yohana Cobo). Sole (Lola Dueñas), su hermana, se gana la vida como peluquera. Y la madre de ambas, muerta en un incendio, junto a su marido (Carmen Maura). Este personaje se aparece primero a su hermana (Chus Lampreave) y después a Sole, aunque con quien dejó importantes asuntos pendientes fue con Raimunda y con su vecina del pueblo, Agustina (Blanca Portillo).
Volver no es una comedia surrealista, aunque en ocasiones lo parezca. Vivos y muertos conviven sin estridencias, provocando situaciones hilarantes o de una emoción intensa y genuina. Es una película sobre la cultura de la muerte en mi Mancha natal. Mis paisanos la viven con una naturalidad admirable. El modo en que los muertos continúan presentes en sus vidas, la riqueza y humanidad de sus ritos hace que los muertos no mueran nunca.
Volver destruye los tópicos de la España negra y propone una España tan real como opuesta. Una España blanca, espontánea, divertida, intrépida, solidaria y justa".

Parece, por lo leído en la sinopsis, que Almodóvar retoma el cine de mujeres y su vena más cómica, dejada a un lado en sus últimos trabajos. Me atrae su propuesta de mostrar una "España blanca, espontánea, divetida, intrépida, solidaria y justa" dentro de un envoltorio de comedia, de apariencia surrealista por momentos, según el director, y adentrándose en la cultura de veneración a los muertos radicada en su Mancha natal.

Finalmente, os dejo la crónica de Juan Zabala , del genial equipo del Cine de LoQueYoTeDiga, sobre el estreno mundial de Volver en Puertollano. Inimitable Almodóvar hasta para elegir el lugar de estreno de sus películas.

Informativos Telecinco contó así el revuelo que la premiere de Almodóvar causó en Puertollano:
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El motorista fantasma, para 2007

Por | 12 marzo 2006 | Comentar


El motorista fantasma ya tiene fecha de estreno en las pantallas estadounidenses. Este proyecto, envuelto en sus renqueantes inicios por una abudante rumorología, se estrenará al otro lado del Atlántico el 16 de febrero de 2007; al menos, así figura en la web oficial de la peli. Defenestrado como personaje de cómic durante los últimos años, la película puede volver a revitalizar el interés por esta criatura de la Marvel alumbrada en 1973. Entre algunos de los rumores, el principal giró en torno a quién pondría cara a Johnny Blaze / El motorista. Según comentan en las notas de producción, al comienzo fue Johnny Deep el más interesado por el papel, pero finalmente ha sido Nicolas Cage, quien ya llevaba tiempo tras un personaje de cómic al que hincarle el diente, el protagonista del filme.

La trágica historia de Johnny Blaze, como cuenta Volky en un artículo en OcioJoven.com, es la de un niño huérfano criado por su tío, Crash Simpson, un motorista que se ganaba la vida con su espectáculo de acrobacias. Blaze formó parte de ese mundo hasta que un cáncer acabó con la vida de su tío. Deseperado, Blaze hizo todo lo posible por salvar a quien había sido su padre adoptivo, pero sólo pudo hacerlo mediante un pacto sellado con el mismísimo Mefisto (El Diablo). Logró salvar a su tío, pero a cambió pagaría un alto precio. A partir de entonces, Zarathos, un demonio que consume almas, poseería el cuerpo de Blaze ocasionalmente transformándole en un esquelético motorista con el cráneo envuelto en llamas. Ese infernal huésped, auténtica némesis de Blaze, cabalgará en su moto quemando y consumiendo con su fuego el alma de los culpables, al tiempo que atormenta la conciencia de Johnny.

Durante la primera etapa de la colección, según cuenta Dr. Banner en Dreammers, el motorista era un ser salvaje y sin piedad a la hora de ejercer de justiciero incendiario. Concebidas como una 'road movie', estas entregas se desarrollaban por solitarias carreteras que cruzaban extensos desiertos. Después, a comienzos de los 90, el personaje se retomó con algunos cambios argumentales. En esta ocasión, el motorista era un chico llamado Danny Ketch y, en su afán justiciero, éste usaba el medallón de poder de su moto y se transformaba así en un demonio que hacía pagar a los culpables las muertes de inocentes. Este nuevo motorista, en lugar de fuego, usaba su cadena mística y su mirada de penitencia para castigar a los malhechores transfiriéndoles el dolor causado a sus víctimas. Entre algunos de los ajusticiados figuran famosos mafiosos del hampa como Mirada Mortal, Resplandor o Kingpin (archienemigo de Daredevil). Marvel quiso exprimir el éxito de esta nueva serie y creó la línea Los Hijos de la Medianoche, tras la que se fue diluyendo la renovada aceptación del motorista fantasma.

Esta adaptación de cómic, como otras de las ya estrenadas o pendientes aún de hacerlo, probablemente sea una nueva oportunidad de revitalizar a este personaje franquicia de Marvel. Todo dependerá de cómo decidan hacer la peli, si en plan héroe justiciero con reverso tenebroso pero resaltando la parte noble de Blaze, poseído por un demonio que sólo mata gente mala; o arriesgando para hacer una historia adulta y siendo fiel al espíritu original del cómic. En personajes duros y oscuros de Marvel llevados al cine, como The Punisher o Elektra, se optó por la vía edulcorada para llegar a un público más amplio y se estrellaron. No gustó a los incondicionales ni, en su mayoría, a quien simplemente iba a ver una peli de acción.

David S. Goyer (guionista de la notable Batman Begins y de la irregular trilogía de Blade) y Mark Steven Johnson (guionista de la floja Elektra y la aceptable Daredevil) son los responsables del guión de El motorista fantasma. Éste último será quien dirija también la cinta, faceta que también ejerció en Daredevil.

Entre el reparto, resultan familiares los rostros de una mujer para quitar el hipo, Eva Mendes (verificable en esta foto), hasta ahora encasillada en breves papeles ejerciendo de novia cañón (por ejemplo, en una protagonizada por Will Smith llamada Hitch). Y también me suena, aunque le perdí un poco la pista tras American Beauty, Wes Bentley, quien hacía el papel del perturbado hijo de un estricto padre militar no menos perturbado (Chris Cooper). He aquí nuestro hombre, en un fotograma de la excepcional película de Sam Mendes.

Para cerrar este post, cuya intención inicial —incumplida como en otras ocasiones— no era la de alcanzar esta extensión, os dejó aquí el mini-trailer ofrecido en la web de El motorista fantasma. Tan fácil como pinchar en el play, y lo veis aquí mismo.

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Balagueró, talento natural para el suspense

Por | 10 marzo 2006 | Comentar


En muchos casos se habla mal de nuestro cine porque se da más cancha a productos mediocres, basados en axiomas patrios como el sexo o el humor bizarro, que a buenos trabajos filmados por gente con talento e ideas sobre qué histora cuentan y cómo quieren hacerlo. Jaume Balagueró, especialista en el género de suspense que no descuida el contenido de sus historias y el pulso narrativo de las mismas, es un buen ejemplo de esos otros cineastas españoles dotados de un estilo propio para transitar por caminos distintos y menos sobreexplotados en nuestras fronteras.

Curtido en la escuela del cortometraje, este catalán de formación periodística y con experiencia ante los micrófonos (dirigió el programa La Espuma de los días) debutó con el largo Los sin nombre, una buena 'opera prima' lastrada quizá por el abuso de los clichés del pujante género del terror psicológico. Pese a todo, la buena acogida de esta cinta le posibilitó dar el salto internacional. Y lo hizo con un rotundo éxito. Darkness, cuya historia parte del cliché de la casa encantada, recaudó seis millones y medio de dólares durante sus dos primeros días de estreno en 1.7000 salas estadounidenses. En este trabajo corroboró su solvencia para crear terroríficas atmósferas y su firme propósito de narrar sin renunciar a la elegancia y sin dejarse llevar por los efectismos habituales. No obstante, y debido al irrenunciable factor comercial de estas costosas producciones, también asume en ella lugares comunes de este género avivado también por la industria japonesa.

Pero creo no equivocarme al considerar su último trabajo, Frágiles, como su película más redonda y equilibrada. La capacidad de Balagueró para aterrar permanece intacta en ella, pero a esta cualidad ya conocida se le suma una interesante historia primorosamente narrada. De nuevo, al igual que en Darkness, la cinta se rodó en inglés y contó con un eficaz reparto encabezado por Calista Flockhart (Amy). Se parte de unos hechos extraños y aterradores acaecidos en un centenario hospital infantil ubicado en la Isla de Wight (Gran Bretaña) a punto de ser cerrado. Desde esa punta del iceberg, la enfermera Amy, llegada para cubrir una vacante, irá desentrañando qué mal acecha a los niños y empleados del vetusto centro. El filme parte de un ritmo tranquilo para no estorbar la narración, sólo interrumpida puntualmente por extraños sucesos, pero se precipita hacia un final donde se armonizan escenas espeluznates y una última bella secuencia que aporta un envoltorio de fábula al conjunto.
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Entretenida, cómica y sin pretensiones

Por | 09 marzo 2006 | Comentar


Es innegable el tirón comercial del cine familiar. Las razones, obvias: se trata de películas toleradas para todos los públicos que ofrecen una ocasión perfecta para que padres e hijos compartan un rato en la sala de cine. Además, en el alquiler y compra de DVDs, los más pequeños también deciden, lo que les asegura a estas cintas un alto rendimiento comercial, al que también se ha de añadir los jugosos dividendos provenientes de la venta de productos de merchandising y juguetes derivados del filme. Pero no todas estas cintas consiguen conjugar la fórmula ideal, la que hace que la peli asegure diversión por igual a niños y adultos. Los Increíbles, Wallace y Gromit o Shrek son algunos de los filmes recientes poseedores de esta exitosa ecuación. Sus guiones ofrecen chistes y acción propicios para el niño, pero también se elaboran con la suficiente perspicacia como para que los adultos también lo pasen bien y desentrañen ese segundo mensaje, de carácter didáctico, casi siempre presente en la historia. Como no hacer caso al que dirán, en Shrek, o el no verse superior a los demás por contar con cualidades extraordinarias, en Los Increíbles.


Dirección: Mike Mitchell.
País: USA.
Año: 2005.
Duración: 102 min.
Género: Comedia, acción, aventuras.
Interpretación: Kelly Preston (Josie/Jetstream), Michael Angarano (Will Stronghold), Kurt Russell (Steve Stronghold/El Comandante), Danielle Panabaker (Layla), Mary Elizabeth Winstead (Gwen Grayson), Steven Strait (Warren), Dee-Jay Daniels (Ethan), Kelly Vitz (Magenta), Lynda Carter (Directora Powers), Bruce Campbell (Entrenador Boomer), Dave Foley (Mr. Boy).
Guión: Paul Hernandez, Bob Schooley y Mark McCorkle.
Producción: Andrew Gunn.
Música: Michael Giacchino.
Fotografía: Shelly Johnson.
Montaje: Peter Amundson.
Diseño de producción: Bruce Robert Hill.
Dirección artística: William Hawkins.
Vestuario: Michael Wilkinson.
Estreno en España: 24 Febrero 2006..
Web: www.disney.es/Filmes
Disney/skyhigh

Sky high, una escuela de altos vuelos, adaptación de un cómic homónimo, es fiel a esta fórmula y la aplica con éxito. En su argumento tira del pujante asunto de los superhéroes, aunque explota más su vena cómica que la acción espectacular basada en epatantes efectos especiales. La historia se centra en el hijo único de la pareja más popular de superhéroes formada por El Comandante (Kurt Russell) y Jetstream (Kelly Preston). Ambos quieren que su hijo, Will Stronghold (Michael Angarano), acuda a la más famosa escuela de superhéroes, Sky high, y potencie allí los superpoderes heredados de unos padres tan cualificados. Pero Will tiene sus dudas y no cree que tenga ningún poder especial. En la escuela, donde dividen a los alumnos en héroes y curritos (los que carecen de superpoderes), Will recrudece sus dudas y quedará ligado al grupo de curritos, causando la consiguiente decepción familiar. Aparte de este punto de partida, la historia contará la dura vida de Will y sus compañeros curritos en una escuela donde los héroes actúan con pose de superioridad y humillan a diario al marginado grupo de los curritos.

El argumento, sazonado de chistes y acción, tiene el típico envés didáctico. En este caso, doble, ya que deja como eseñanzas la fidelidad a los amigos y el no presionar a los niños para que alcancen metas fuera de su alcance. No tiene grandes pretensiones, pero cumple a la perfección su objetivo: hacer pasar un buen rato a niños y grandes durante hora y media.
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Aguda y poderosa

Por | 07 marzo 2006 | Comentar


Me impresionó Syriana. Cierto es que su escalofriante relato puede ser más o menos inferido: ¿Quién no piensa a estas alturas que los dirigentes de los países árabes usan sus ricos recursos energéticos para contentar al primer mundo y vivir a cuerpo de rey, en lugar de mejorar la vida de sus depauperadas poblaciones?; ¿o quién no intuye que el caldo de cultivo del terrorismo suicida es la ideologización de jóvenes descontentos con su negro futuro y receptivos a los mensajes de odio a las 'malvadas' democracias occidentales? No obstante, la aguda y poderosa explicitación de todos estos hechos, y otros más escalofriantes, convierte a esta cinta coral en un necesario y clarividente fresco sobre los turbios negocios que gobiernos, petroleras y agencias de espionaje urden para controlar el valeroso y escaso oro negro.


Dirección: Stephen Gaghan.
País: USA.
Año: 2005.
Duración: 126 min.
Género: Drama, thriller.
Interpretación: George Clooney (Bob Barnes), Matt Damon (Bryan Woodman), Jeffrey Wright (Bennett Holiday), Chris Cooper (Jimmy Pope), William Hurt (Stan Goff), Mazhar Munir (Wasim), Tim Blake Nelson (Danny Dalton), Amanda Peet (Julie Woodman), Christopher Plummer (Dean Whiting), Alexander Siddig (Príncipe Nasir).
Guión: Stephen Gaghan; basado en el libro "See no evil" de Robert Baer.
Producción: Jennifer Fox, Michael Nozik y Georgia Kacandes.
Producción ejecutiva: George Clooney, Steven Soderbergh, Ben Cosgrove y Jeff Skoll.
Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Robert Elswit.
Montaje: Tim Squyres.
Diseño de producción: Dan Weil.
Vestuario: Louise Frogley.
Estreno en España: 3 Marzo 2006.
Web: www.syriana-es.com

Cooproducia por gentes de negocio hollywoodiense muy comprometidos con espinosos asuntos políticos, como George Clooney o Steven Soderbergh, Syriana es el segundo trabajo como director del guionista de Traffic, Stephen Gaghan. Tanto Clooney como Matt Damon, los nombres más conocidos del reparto, rebajaron sustancialmente sus emolumentos en este proyecto. Clooney, en uno de sus mejores papeles, donde no va de guapo, ni de héroe, rubrica una compleja interpretación, llena de matices y en la que quiso poner todo su talento, a juzgar por los 20 kilos que engordó para su personaje.

Con un guión repleto de breves e incompletas escenas que se suceden unas a otras , el filme exige la total atención del espectador. No le da tregua pero, si se sigue el hilo, tampoco le abandona a su suerte mediante una pose de complejidad indescifrable. En esencia, la cinta se centra en dos temas: el poder de dos petroleras norteamericanas, capaces de movilizar a la CIA para que medie en una operación de fusión y todos los elementos juegen a su favor; es decir: que el rico mandamás dueño del petróleo se pliegue a su oferta, en lugar de la más ventajosa para su pueblo procedente de un comprador chino; y finalmente, relaciona esta dejadez del gobernante árabe con el abandono de una población empobrecida, hastiada y, como consecuencia de ello, idónea para ser reclutada por radicales religiosos como bombas humanas contra Occidente.

Y pese a la brevedad de las secuencias, el guión llega a esbozar un preciso retrato de la vida y las motivaciones que mueven a los principales personajes del filme. A unos sólo les impulsa la ambición de dinero y poder, y sus descuidadas vidas privadas casi les resultan un estorbo, una rémora (como al abogado Bennett Holiday interpretado soberbiamente por Jeffrey Wright). En consecuencia, es habitual verles siempre en el trabajo y solos. Otros, como el agente de la CIA interpretado por Clooney, han visto tanta corrupción a su alrededor que tampoco se han resistido a caer en las tentaciones del dinero fácil. Aún así, este personaje casi mereciera ser elevado a los altares frente a sus cobardes compañeros y amigos, capaces de apuñalarle pese a ser conscientes de su encomiable hoja de servicios.

La palabra Syriana es usada entre algunos ámbitos políticos para referirse a un hipotético y futuro estado de paz y equilibrio en Oriente Medio. A juzgar por este descarnado retrato, este concepto parece aún difícilmente materializable.
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Crash pulverizó todas las quinielas

Por | 06 marzo 2006 | Comentar


Había, en general, buen material fímico que votar, pero el resultado de los premios desprende un tufillo de lo más conservador. Muchos dábamos ganadora como mejor película a Brokeback Mountain sin habernos planteado el arriesgado perfil de esta apuesta para la Academia. ¿Iban los pseudoprogresistas académicos a echar por tierra el mito del Oeste americano votando una cinta rupturista con este espíritu tan incardinado en el American way of life? Quizá eso les hizo pensar en exceso y se dieron por contentos con darle el Oscar a mejor director a Ang Lee.

No es mala ganadora Crash, no obstante. ¿De escaso nivel para tanto premio? No lo sé. Aunque para mí es mejor el guión original de Match Point de Woody Allen, un hombre al que se debería hacer un monumento por su constancia: escribe, dirige y, a veces actúa, con la regularidad de un reloj suizo. Aquí sí nos hemos percatado de ello y le hemos puesto una bonita estatua en Oviedo.

Más indicios de conservadurismo en los votos. Le dan el Oscar a mejor actriz a una buena chica americana que interpreta a una conocida dama del country americano: Reese Witherspoon por En la cuerda floja. ¿Mejor actriz para el personaje de una transexual? Peliaguda cuestión. En la categoría de mejor filme de habla no inglesa, tampoco la favorita Paradise Now se llevó el Oscar. Al menos han dado uno, por primera vez, a una película sudafricana: Totsi.

A Clooney sólo le premiaron por Syriana, una compleja y excepcional película sobre la amplia red de tejemanejes que se urden en torno al control del petróleo. No he visto Good night and good luck, por lo que me abstengo de opinar sobre si mereció un trato menos tacaño.

El cero patatero de Munich a uno también le da que pensar. El peso de la comunidad judía es importante en Hollywood y, aunque Spielberg también es judío, quizá no les haya gustado una película neutra y de trasfondo pacificista.

La gala se mantuvo bajo parámetros muy comedidos y a nadie se le fue la pinza en su discurso de agradecimiento. Jon Stewart estuvo elegante, eficaz y certero en la pulla, y contribuyó a acortar la duración de la gala.

Pero al margen del rollo glamuroso, estos Oscar cierran un año de una excelente coseña cinematográfica, y esto es lo esencial. Qué dure la racha.
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¿Hasta dónde llegará la incorrección política?

Por | 05 marzo 2006 | Comentar


Los medios hablan de unos Oscar políticamente incorrectos. En las nominaciones lo han sido, pero tengo yo mis dudas de que este furor criticista se apodere de una gala generalmente tibia y muy controlada. El mejor ejemplo, cuando coincidieron en 2003 con la guerra de Irak. A excepción de Michael Moore, a quien muchos abuchearon por decir lo que pensaba claro y bien alto, los glamurosos asistentes al evento no dieron mucha coba política. Ni nuestro reivindicativo Almodóvar estuvo demasiado explícito en sus anunciadas críticas cuando recogió el premio al mejor guión por Hable con ella. Reproduzco, a continuación, para ejemplificar lo que no es cortarse un pelo, lo dicho por el director de Michigan en aquella gala:

"A nosotros nos gusta la no ficción [refiriéndose a él y a los candidatos al Oscar a mejor documental, a quienes invitó a subir al estrado], y vivimos en tiempos de ficción. Vivimos en un tiempo en el que los resultados de las elecciones son ficticios, en el que se elige a un presidente ficticio. Vivimos un tiempo en el que un hombre no has mandado a la guerra por razones ficticias. (...) Avergüéncese, Sr. Bush"

De ahí mis dudas de que finalmente premien a Paradise Now como mejor cinta de habla no inglesa, pese a haber recibido ya la mayoría de galardones previos: Globo de Oro e Independent Spirit Awards. El filme, sobre dos terroristas suicidas palestinos, y del que he leído y oído excelentes opiniones (aún la tengo pendiente), al parecer ha levantado un gran revuelo entre un grupo pro israelí ante la posibilidad de que gane el Oscar. El pasado viernes ya enviaron una petición a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas para que la descalificara de la competición por considerarla una apología del terrorismo y, además, han enviado varios mensajes personales a los académicos para que no la voten.

A muchos israelíes tampoco les han gustado Munich y las dudas morales de su protagonista, un agente del Mossad reclutado para asesinar a los terroristas palestinos autores de la matanza de Munich. Quizá por eso, y pese a ser uno de los predilectos de la industria hollywoodense, Spielberg se vaya de vacío de la gala.

¿Cuánto habrá de incorrección a la hora de premiar? La solución, a partir de la madrugada del lunes.
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Periodismo y cine, un maridaje de lo más fructífero

Por | 03 marzo 2006 | Comentar

Es habitual la presencia de periodistas en el cine. A veces, su importancia es colateral y aparecen como personajes o elementos complementarios de la trama. En muchos de estos casos, cintas policiacas por ejemplo, el papel de la prensa tiende a verse de manera superficial y, habitualmente, se ofrece una nociva imagen basada en clichés reiterativos. Así, el reportero es descrito como alguien sin escrúpulos cuyo objetivo esencial, soslayando todo principio ético, es explotar los aspectos más sensacionalistas y morbosos de los hechos. Es de lo más frecuente esa imagen del periodista histérico y competitivo capaz de todo con tal de lograr la exclusiva que le catapultará al estrellato. Afortunadamente, películas más centradas en el asunto periodístico han compensado esta imagen trivial y la han matizado, profundizando en las rutinas de trabajo dentro de un medio y explicando los problemas a los que el profesional del gremio se enfrenta.

Pondré tres ejemplos de filmes dedicados a loar los grandes logros de la profesión, y otros tres de cintas donde la práctica periodística sale bastante mal parada.
  • Filmes que homenajean al Periodismo combativo / crítico:
Buenas noches y buena suerte (Good night and good luck): Ambientada en los primeros años del periodismo televisivo en EE.UU., en la década de los 50, la cinta rinde tributo a la figura de Edward R. Murrow y a su incondicional equipo de la CBS por la tenacidad y rigor con los que se enfrentaron al senador McCarthy y a sus estrategias para limitar la libertad de expresión desde el Comité de Actividades Antiamericanas. Fijaros si George Cloney, su director, quiso ser fiel a la práctica periodística que, como preparación de los rodajes, todo el reparto elaboraba un resumen de las principales noticias del día para hacerse cargo de cómo se sigue la actualidad diaria en una redacción. Eso sí, para adentrarse aún más en el aroma de la época, ellos trabajaban con las máquinas de escribir de entonces. Aún no la he visto (en Jaén no ha aterrizado aún), pero todos los comentarios leídos y escuchados hasta ahora apuntan a su excepcional guión, cercano al estilo documental, y a su encomiable valor como testimonio de la valerosa labor de Murrow y sus compañeros, capaces de asumir riesgos más allá de la mera preservación de sus puestos de trabajo.

El dilema (The insider): Excepcional película en la que un veterano productor del programa de reportajes de referencia en la CBS, 60 minutos, lucha encarnizadamente con los directivos de su cadena para proteger a su fuente, un alto directivo de una tabaquera dispuesto a hablar sobre los nocivos ingredientes usados en el tabaco para incrementar la adicción del fumador. Al Pacino interpreta al productor Lowell Bergman y Russell Crowe, en uno de sus mejores papeles, al directivo de la compañía especializado en los aspectos técnicos concernientes a la elaboración química de los cigarrillos. Pese a la titánica pelea de Bergman por preservar la integridad del mensaje de su fuente, la potente tabaquera del Doctor Jeffrey Wigand ejercerá una presión tal que el periodista llegará a perder el respaldo de su propia cadena. Bergman, cuyo caso es real y ahora se dedica a impartir clases en una Facultad de Periodismo, no cejó hasta poder contar la verdadera historia de Wigand. Lo logró, pero sus superiores le dejaron con el culo al aire y decidió dejar la cadena poco tiempo después.

Todos los hombres del presidente (All the president's men): Basada en el Watergate, uno de los hitos más famosos del periodismo de investigación norteamericano, la cinta muestra de manera pormenorizada la labor de Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman) durante la investigación de los registros ilegales que el partido republicano (liderado por el presidente y candidato Nixon) realizó a la sede de su oponente, el demócrata. Las detalladas informaciones de ambos periodistas, a partir de las decisivas declaraciones de Garganta Profunda, terminaron por costarle la dimisión al presidente Nixon. El guión abunda en una profusión de detalles que quizá, para los poco adentrados en los pormenores del caso, pueda llevar a veces a la pérdida, pero el filmes de Alan J. Pakula es comprensible como excelente monumento al mejor periodismo, a aquel cuya valentía le hace erigirse en ese contrapoder esencial de toda democracia. A diferencia de lo ocurrido en El dilema, como ha declarado Lowell Bergamn, aquí sí hubo un respaldo sin fisuras de los editores del Washington Post hacia sus reporteros.
  • Filmes donde se muestra la peor cara del Periodismo y que debieran ser útiles para la siempre necesaria autocrítica:
El precio de la verdad (Shattered glass): Inspirada en el reportero Stephen Glass de The New Republic, una de las revistas norteamericanas más influyentes, la cinta cuenta cómo Glass fue capaz de saltarse todos los filtros de corroboración interna de los artículos e inventarse la mayoría de sus más brillantes historias. Este caso de fraude periodístico levantó ampollas entre la profesión y demostró que, pese a las fórmulas de autoverificación, éstas eran ineficaces ante la pericia de un ambicioso vende burras capaz de inventarse sus propias anotaciones para sus artículos falsos. Hayden Christensen, demostrando que hay vida más allá de Anakin Skywalker, hizo una interesante interpretación del joven Glass, mostrando su involución personal y profesional arrastrado por su espiral de mentiras. Aunque me gustó especialmente el papel de Peter Sarsgaard como Charles 'Chuck' Lane, elegido director tras el despido de Michael Kelly (Hank Azaria). El guión es interesante, ya que juega a una deliberada ambigüedad entre las realidades creadas por Glass y la verdadera y cruda realidad: es decir, la inexistencia de aquéllas.

Network, un mundo implacable (Network): Retrato ficticio e hiperbólico sobre la degeneración alcanzada por los directivos de una cadena a la hora de programar sus contenidos, a cada cual más despreciable, para remontar en los índices de audiencia. Lo interesante de este filme de los 70 radica en su capacidad para vislumbrar los pocos límites éticos de los programadores televisivos cuando se trata de pulsar los más bajos instintos del público en busca de las audiencias masivas. Aunque la cinta llega a límites insospechados al programar incluso un reality-show sobre secuestros reales perpetrados por una banda de terroristas real, la dialéctica del 'todo vale' presente en ella parece de lo más verosímil comparada con el panorama televisivo actual. Esta brillante cinta, ganadora de cuatro Oscar en 1977, contó con un reparto de lujo encabezado por Peter Finch, Faye Dunaway, William Holden y Robert Duvall.

Primera Plana (The Front Page): Estrictamente no se puede considerar esta brillante comedia de Billy Wilder un filme de crítica al Periodismo, pues mucho de lo que en ella se narra son verdades como templos sobre él, aunque sí hay mucho de censura a través del personaje del director Walter Burns (Walter Matthau). Este megalómano personaje será capaz de fastidiarle una relación amorosa a su mejor reportero y amigo, Hildebrand 'Hildy' Johnson (Jack Lemmon), para que éste no deje el periódico y cubra una sensacional historia ocurrida justo cuando pretende aparcar su vida periodística y casarse. Se valdrá de todos los ardides para reengancharle a la droga periodística, mientras que Hildy intentará capear sus trampas para escapar y entregarse al amor de Peggy Grant (una jovencísma Susan Sarandon). El maestro Wilder dirige con su inteligencia habitual este frenético filme donde la brillantez de las frases es tanta como la celeridad con la que sus protagonistas las expresan. La pareja Lemmon-Matthau, inconmensurable como en sus mejores filmes, se bate en un continuo duelo dialéctico repleto de ingenio.