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El origen de 007

Por | 27 noviembre 2006 | Comentar


Toda fórmula de éxito precisa evolucionar para no estancarse en una monótona repetición. En las películas-franquicia de Bond, la evolución suele venir de la mano de un nuevo actor que recoge el testigo de otro en la encarnación del agente británico. En esta Casino Royale hay tantas novedades en el estilo del filme, en sus personajes o en su historia que la relevancia de éstas es similar o mayor a la comentada, y polémica, incorporación de Daniel Craig a la lista de agentes Bond. Desde el inicio de la película, cuando Bond se gana sus galones de agente doble cero matando implacablamente a los dos objetivos requeridos para el cargo, se percibe una clara intención de poner tierra de por medio con los últimos trabajos protagonizados por Brosnan, más emparentados con el estilo habitual de la serie de cintas basadas en el famoso espía de Ian Fleming.


Título: Casino Royale
Dirección: Martin Campbell.
Países: Reino Unido, República Checa, Alemania y USA.
Año: 2006.
Duración: 144 min.
Género: Acción, thriller.
Interpretación: Daniel Craig (James Bond), Eva Green (Vesper Lynd), Mads Mikkelsen (Le Chiffre), Jeffrey Wright (Felix Leiter), Judi Dench (M), Giancarlo Giannini (Mathis), Caterina Murino (Solange), Simon Abkarian (Dimitrios), Jesper Christensen (Sr. White), Ivana Milicevic (Valenka), Tobias Menzies (Villiers), Sébastien Foucan (Mollaka), Isaach De Bankole (Obanno).
Guión: Neal Purvis, Robert Wade y Paul Haggis; basado en la novela de Ian Fleming.
Producción: Michael G. Wilson y Barbara Broccoli.
Música: David Arnold.
Fotografía: Phil Méheux.
Montaje: Stuart Baird.
Diseño de producción: Peter Lamont.
Vestuario: Lindy Hemming.
Estreno en Reino Unido: 16 Nov. 2006.
Estreno en España: 24 Noviembre 2006.
Web: www.casinoroyale-lapelicula.es

La elegancia, el lujo suntuoso y las bellas mujeres siguen ahí, pero Bond, que está al comienzo de su carrera como 007, es más visceral, menos sofisticado y, sobre todo, más humano. La violencia es más explícita y Bond pasa verdaderos apuros en secuencias de acción que antaño solventaba sin despeinarse. Por ejemplo, memorable es la persecución inicial que este hercúleo Bond hace de un delincuente por las calles de Magadascar al comienzo del filme, con un ritmo y un montaje visual deslumbrantes. Los enemigos, un elemento siempre clave en esta cintas, tienen objetivos más mundanos y carecen de los delirios de destrucción global de sus predecesores. Tampoco se repite la ritual visita al experto en 'gadgets' mortíferos y las mujeres objeto no aparecen con tanta profusión como en otras cintas de exhibición testironil de 007. De hecho, y pese a este perfil más duro de Bond, éste se mostrará de lo más vulnerable ante la bella Vesper Lynd (una guapísima Eva Green). Con ella vivirá un idilio amoroso muy distinto, y de mayor calado, al compartido con otras 'chicas Bond'.

Por tanto, si los productores querían distanciarse de las cintas previas, lo han logrado sobradamente. Otro gran acierto es haber situado el relato del filme en los inicios de la carrera de Bond como agente 007. Así, la cinta juega un notable papel como precuela y prepara el terreno a venideras entregas protagonizadas por Craig (algo ya previsto). Quizá sean discutibles la extensa duración de la película (dos horas y media) y el cierto desquilibrio en el ritmo que propician las secuencias transcurridas en el casino. Pese a todo, el trabajo de Martin Campbell aporta una bocanada de aire fresco al personaje y cumplirá las expectativas del público que vaya a ver Casino Royale con el ánimo de ver buen cine de entretenimiento. Ah, y aunque sea un detalle superfluo, también sabremos que a este nuevo Bond, más etílico que nunca, poco o nada le importa que sus 'martinis' estén agitados o mezclados. Sólo quiere que se los sirvan pronto.

[+] Licencia para entretener

OTRAS OPINIONES...
José, de Cine: "Bond se juega la piel mucho más y resulta menos previsible. Incluso la historia de amor tienen unas gotitas de verdad que uno no se espera de este dandy inmaculad".
Cineahora: "James Bond abandona sus formas encantadoras y elegantes para convertirse en un tipejo más barriobajero, chulesco y rudo, pero áun así continua quedando impresionante sea empuñando un arma o vistiendo esmoquin".
Otis B. Driftwood, de La Remington de Joe Gillis: "Craig le transmite muchísimos matices al personaje, tantos como el nuevo enfoque requiere, y para mi gusto -lo siento chicas- lo hace infinitamente mejor que Brosnan, cuyo mayor mérito fue poner cara de palo amargado durante todo el metraje".

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'Kedada Cinéfila Reloaded', mañana en Callao a las 21h.30

Por | 23 noviembre 2006 | Comentar

Me habría gustado asistir al evento en vista de lo cachonda que debió ser la anterior Kedada Cinéfila, a juzgar por la crónica y fotos publicadas por Yojimbo, de 7 Samuaris . Esta vez, diferentes bloggers de cine vuelven a la carga en la Kedada Cinéfila Reloaded. Mañana viernes, día 29, a las 21h.30, Yojimbo y Víctor, de Muchocine.net, han convocado al orbe bloguero-cinéfilo en la madrileña plaza de Callao. La cosa promete, como ya vaticinan los vídeos tan currados de promoción del evento (los dejo abajo). Que lo paséis bien y espero poder asistir a la próxima.

Los vídeos:
Kedada Cinéfila Reloaded (Clip 1)

Kedada Cinéfila Reloaded (Clip 2)
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El peso de la púrpura

Por | 21 noviembre 2006 | Comentar


Una gran cantidad de títulos de 'tv-movies' de sobremesa, de dudosa calidad y factura repetitiva, suelen acudir al “basado en hechos reales”. Para determinado tipo de público, éste es un acicate a la hora de sentarse en el sillón durante las casi tres horas que se puede alargar el visionado de la película, junto a sus respectivas pausas publicitarias. Para otros, entre los que me incluyo, suele ser un atenuante frente a la cinta que usa tal reclamo. La magnífica película de Stephen Frears no precisa de la coletilla de marras por lo obvio que resultaría en ella. The Queen centra su relato en los días de mayo de 1997 que mediaron entre la primera victorial electoral de Tony Blair y la muerte de Lady Di en un accidente de tráfico en París. Lo interesante de su historia es la disección que hace de cómo vivieron los directamente afectados por los hechos aquellos días de cuestionamiento de la monarquía y de aclamación del recién llegado a Downing Street. De manera que la película es, sobre todo, una aguda reflexión en torno a un atributo básico para quienes ostentan el poder: la popularidad. Una caprichosa cualidad que no siempre sonríe a los interesados con la constancia que les gustaría y que les abandona súbitamente, y sin explicación previa, con la misma facilidad que un día les llegó.


Título: The Queen (La Reina)
Dirección: Stephen Frears.
Países: Reino Unido, Francia e Italia.
Año: 2006.
Duración: 97 min.
Género: Biopic, drama.
Interpretación: Helen Mirren (reina Isabel II), Michael Sheen (Tony Blair), James Cromwell (príncipe Felipe), Sylvia Syms (la reina madre), Alex Jennings (príncipe Carlos), Helen McCrory (Cherie Blair), Roger Allam (sir Robin Janvrin), Tim McMullan (Stephen Lamport).
Guión: Peter Morgan.
Producción: Andy Harries, Christine Langan y Tracey Seaward.
Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Affonso Beato.
Montaje: Lucia Zucchetti.
Diseño de producción: Alan MacDonald.
Vestuario: Consolata Boyle.
Estreno en Reino Unido: 15 Sept. 2006.
Estreno en España: 10 Noviembre 2006.
Web: www.thequeenmovie.co.uk

Un tercer personaje clave en el filme, Lady Di, no está interpretado por ningún actor: su presencia es recreada a través de la ingente cantidad de imágenes de archivo disponibles de ella (algo similar a lo hecho por Clooney en Buenas noches y buenas suerte con el senador McCarthy). Su larga sombra se verá agigantada por las propiedades mitómanas de su temprana muerte para desgracia de la familia real. La reina Isabel II vivirá con desagrado la unánime aclamación que su pueblo tributa a alguien a quien ella ya no consideraba como parte de su familia. Carlos, príncipe de Gales y ex marido de Diana, es retratado como un hombre de frágil carácter, miedoso e incapaz de plantarle cara a su madre. En vista de la aclamación con la que los británicos despiden a su ex mujer, el ventajista de Carlos medrará para que sus familia le rinda todos los honores posibles a una mujer a quien engañó y de quien se había divorciado seis meses antes de su muerte. Para hacer entrar en razón a su madre acudirá a Blair, quien tratará de convenver a la monarca de la convenencia de despedir a Diana con los honores propios de “la princesa del pueblo” (calificativo acuñado por Blair en su discurso póstumo a instancia de uno de sus asesores que le valió el aplauso de la prensa).

Huelga decir que, en una cinta de estas características, la importancia de las interpretaciones es clave y va más allá de la mera asemejación física. El trabajo de Helen Mirren como Isabel II es tan ejemplar que bien podría emplearse en una clase magistral para estudiantes de interpretación. Porque, a la dificutad de poner rostro a un personaje vivo de tanta relevancia, se le suma el escollo de que éste sea una mujer educada para dosificar milimétricamente la exhibición de sus sentimientos. De manera que su interpretación consigue, mediante sutiles detalles, denotar los estados de ánimo de la monarca y, al mismo tiempo, el afán de ésta por autocontrolarse y evitar que afloren esos sentimientos que se ha autoprohibido mostrar en público. Además, el resto del reparto arropa con gran solvencia a la actriz londinense: desde un modélico Michael Sheen en el papel de Tony Blair, hasta un eficaz James Cromwell como príncipe Felipe o una mordaz Sylvia Syms en su papel de reina madre.

Pero sería injusto si no valorase también el excelente guión de Peter Morgan, ingenioso y sutil en los dardos que lanza a unos y otros personajes. Porque lo fácil habría sido jugar a favor de obra y haber trazado un perfil osco y gruñón de una Isabel II envidiosa de la fama de Diana, y no tratar de hacer una valoración ponderada, como en el filme se hace, de los puntos de vista de unos y otros personajes implicados en los hechos. Morgan lo consigue y el director de Las amistades peligrosas se mueve como pez en el agua en este retrato de alcoba de nobles y gobernantes.

OTRAS OPINIONES...
Miguel A. Delgado, en LA BUTACA: "El tiempo lo dirá, pero todo parece indicar que nos encontramos no sólo ante la mejor película de Stephen Frears, sino también ante una de las mejores de este y de los últimos años."
Cineahora: "Servirá para reavivar el debate sobre la necesidad de la monarquía, y sobre las personalidades de Isabel II y Lady Di".
Iñaki Bilbao, en PELISBILBAO: "Interesante filme de Stephen Frears que, en esta ocasión, vuelve a hablar de un tema que le gusta y apasiona, como son los sentimientos, vida, obra y "milagros" de ciertos estamentos de su país natal, la Gran Bretaña".

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Alexander Payne, talento natural para la comedia inteligente

Por | 18 noviembre 2006 | Comentar


A grandes rasgos, la vida y sus vicisitudes pueden ser vistas desde dos puntos de vista diametralmente opuestos: el cómico y el trágico. El narrador, ya sea escritor o realizador de cine, puede también elegir entre ambos a la hora de establecer el tono de su relato. Aunque lo más difícil quizá sea saber conjugar ambos de manera equilibrada: para arrancar una sonrisa inteligente unas veces y emocionar, otras. Y moverse entre ambos terrenos es complicado, más aún cuando se abordan historias cotidianas, de las que a cualquiera nos pueden suceder. Porque sólo un pequeño paso separa la broma inteligente del chiste grotesco, el buen drama de las historias lacrimógenas de saldo. Pocos guionistas-directores actuales como Alexander Payne (1961, Omaha, Nebraska, EE UU) han sabido granjearse una fama de sólido narrador de este tipo de historias pegadas a la realidad, sin efectos ni artificios, con un estilo a caballo entre una sátira rayana, a veces, en el humor negro y el drama de unos personajes llenos de contradicciones.

Payne, cuyo nombre real es Alexandros Papadopoulos, dado su origen griego, debutó en la dirección de un largo con Citizen Ruth (1996), la única de sus películas no estrenada en España en la que aborda la historia de una indigente drogadicta que se enfrenta a un nuevo embarazo tras cuatro abortos previos. Las autoridades le exigen que aborte, en contra de su voluntad, y será ayudada en su cruzada por una asociación antiabortista. Aquí ya están presentes algunas de las señas de identidad de Payne: como la elección para sus localizaciones de su Omaha natal, ciudad donde se ambientan sus tres primeros filmes, o la inclusión en sus repartos de actores poco conocidos pero de sobrada calidad interpretativa. Laura Dern es la protagonista del filme, Ruth Stop, quien se verá sometida al escrutinio de distintos personajes con opiniones dispares sobre su conflicto existencial.

Su siguiente filme, Election (1999), es su comedia más ácida. Jim McAllister (Matthew Broderick) es profesor de bachillerato en un instituto de Omaha. Su vida atraviesa una crisis personal, con un matrimonio estancado y un trabajo anodino, que se verá agravada durante las elecciones a la presidencia del consejo estudiantil y la presencia en ellas de una ambiciosa candidata: la típica estudiante pelota de expediente inmaculado, Tracy Flick (una gran Resse Witherspoon). McAllister pretende frenar a la perfecta Tracy, quien también hundió la carrera de uno de sus compañeros, y pondrá todo su empeño para evitar su casi segura victoria. El relato lo completan unos secundarios de lo más variopintos en una historia sobre la ambición y los distintos caminos, o atajos, existentes para conseguir nuestros objetivos.

A propósito de Schmidt (2002) es una lúcida reflexión sobre la soledad tras la jubilación y el cómo se observa la propia vida una vez llegada esa etapa. Un excelente Jack Nicholson borda su papel del lacónico y parco Warren Schmidth. Un hombre honesto al que su jubilación, la repentina muerte de su mujer y el matrimonio de su única hija (Hope Davis) con un “papanatas” le conducirán a agudas y amargas reflexiones sobre cómo ha conducido su vida. A través de las cartas enviadas a un niño de seis años al que ha apadrinado a través de una ONG, Schmidth irá confesando sus frustraciones y sus opiniones sobre su vida y quienes le rodean. Pese a algunos golpes de malévolo humor negro, Payne termina tratando con la merecida ternura al particular personaje de Nicholson.

Y en espera del estreno de su próximo trabajo, Nebraska (una historia sobre emigrantes mexicanos empleados en mataderos de Nebraska), la última de sus películas, Sideways, es una divertida historia de dos amigos en plena crisis de los cuarenta que, como celebración previa a la boda de uno de ellos, se van de viaje por la región vitivinícola del sur de California. Tanto Miles (Paul Giamatti) como Jack (Thomas Haden Church) verán aflorar todas sus dudas existenciales durante un viaje pensado, a priori, para relajarse degustando los mejores caldos de la zona y jugando al golf. En el filme, el proceso de elaboración de los vinos sirve como metáfora de la propia vida, de las dificultades que encontramos para crecer y madurar en ella. Virginia Madsen (Maya) y Sandra Oh (Stephanie) completan el magnífico reparto de una película deliciosa.

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