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Tres apuntes de unos Oscar rompe-quinielas

Por | 27 febrero 2007 | Comentar

La feria del 'glamú', que diría la álter ego de trapo de Penélope Cruz, concluyó con resultados predecibles y obvios, como los triunfos de Helen Mirren y Forest Whitaker, pero deparó sorpresas de cierto fuste como el atracón de premios gordos para el menudo y genial Scorsese. Al bueno de Martin le quisieron rendirle el homenaje que tantas veces le han negado y, para la escenificación del tributo, no pudieron elegir mejor foto que ésta de la izquierda (el italiano con sus amigos, aquella generación de los 70 que revolucionó Hollywood y el cine en general).

Tres apuntes:
  • Scorsese se libra del sambenito del '¿Y este año toca?' Aunque haya sido como aprisa y corriendo, como tratando de evitar que la Academia deba agradecer la impagable contribución de Martin al cine con un premio honorífico u otro sucedáneo compensatorio similar, me alegro del triunfo de The Departed (crítica), su último filme, y de que así se cierre el absurdo debate de por qué no había ganado un Oscar alguien con tan envidiable filmografía a sus espaldas.


  • Genial Morricone: "Este premio es un punto de partida". Que un tipo de casi 80 años diga similar frase cuando le entregan un premio honorífico es para quitarse el sombrero. El prolífico compositor, el innovador de tantas cosas en lo que a bandas sonoras se refiere, protagonizó uno de los mejores momentos de la gala (para quien esto escribe, sin duda, el mejor). De la mano de Clint Eastwood, con quien echó a andar su carrera como compositor de 'scores', recibió un Oscar que ya había merecido en tantas otras ocasiones, pero que venía a reparar uno de esos sacrílegos olvidos tan propios de la Academia.

  • Del Toro, ese hombre-orquesta al que todos quieren. Aunque les llamen técnicos, tres Oscar para una película rodada en castellano y al margen por completo de la industria norteamericana, no es moco de pavo ni está al alcance de cualquiera. Propablemente, la cinta alemana ganadora (que aún no he visto, y en torno a la que coinciden comentarios de lo más elogiosos), sea el mejor filme de la categoría (el propio director mexicano, en un gesto noble, decía haberse asustado tras ver su cinta rival y admitir lo buena que es), pero Guillermo del Toro y su forma de entender el cine salen más que fortalecidos de este año repleto de parabienes para El laberinto del Fauno (crítica). Me quedo con el agradecimiento que todos los ganadores de un Oscar por El laberinto... le rindieron al mexicano. Trabajar con este hombre debe resultar exigente pero, verdaderamente, apasionante.
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Secuencias (VI): The Untouchables (Los Intocables)

Por | 23 febrero 2007 | Comentar

Muchas de sus partituras para los spaghetti western de Leone merecían por sí mismas un Oscar que nunca recibió. Pero, sin duda, la magnífica banda sonora que Morricone compuso para uno de los mejores filmes de De Palma, Los Intocables, debió ganar el Oscar de 1988 a mejor banda sonora (premió con el que se hizo David Byrne por El último emperador). Cómo recrea aquellos años de apogeo de la mafia de Capone en Chicago, o cómo subraya los instantes más emocionantes de la cinta (por ejemplo, la muerte del agente Jim Malone interpretado por Connery) constituyen todo un ejemplo magistral del papel sublimador que una banda sonora debe jugar en una película. Os dejo una secuencia cuyo impacto no sería tal sin la notas del maestro italiano, aunque otras muchas podría seleccionar de este filme modélicamente musicado. Espero que os guste.

[+] Secuencias (V): Hasta que llegó su hora
[+] Secuencias (IV): Amadeus
[+] Secuencias (III): La lista de Schindler
[+] Secuencias: (II) Kill Bill, vol.1
[+] Secuencias: (I) Entre copas (Sideways)
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El filón del cómic se vuelve rutinario

Por | 18 febrero 2007 | Comentar


Uno sale empachado de tanto truquito visual generado por ordenador y sin haber encontrado atisbo alguno de épica u emoción en una cinta que, precisamente, debería ofrecer ambas cualidades a raudalesEl cíclico estreno de una cinta basada en un superhéroe de cómic le sigue siendo muy rentable al cine, pero tanta sobreabundancia puede resultar perniciosa por la repetición de esquemas y estilos narrativos en cada nueva entrega. Posiblemente, la causa de que las adaptaciones sean cada vez más rutinarias esté en el origen de estos proyectos, concebidos casi todos como el inicio de una secuela que deparará cuantiosos réditos comerciales. Con cada puesta de largo de un héroe de viñetas se ansía constituir una franquicia . Y así, estas entregas sobre el origen de los personajes suelen copiarse unas a otras en sus estructuras y contenidos. Partimos con el personaje sin sus superpoderes, explicamos el trauma —en caso de que lo haya— por el que le son otorgados los mismos, y luego la historia sigue el predecible curso de un héroe que ajusticia a sus antagonistas y combate el mal.

El motorista fantasma sigue al dedillo este guión y, para su argumento, ha preferido tomar ideas de los cómics recientes de este personaje, desarrollados en ambientes urbanos, y desechar (menos en un tímido guiño de la película) las primeras —y mejores— historietas recreadas en áridos y solitarios desiertos. Todo el juego que este personaje podía ofrecer por la ambivalencia que se da entre el motorista acróbata Johnny Blaze y el ente diabólico que de él se apodera, un sicario de Mefistófeles, se va al traste por impericia del guionista o por esa necesidad comercial de crear un filme para un público de todas las edades; apostaría sin dudarlo a que esta adaptaciones-molde responden más a esta última causa.

Desde la propia elección del reparto, ya se advierte un tufillo poco osado en este nuevo 'mainstream-comiquero'. Nicolas Cage, que perdía el culo por hincarle el diente a un superhéroe, vuelve a estar pasado de rosca y con la gestualidad propia de un yonqui. Peter Fonda, perdido en la marabunta de 'tv-movies' norteamericanas, retorna al universo hollywoodiense para hacer de Mefistófeles. El hijo rebelde de American Beauty, Wes Bentley, que también andaba un pelín desaparecido, hace de malo como hijo del Diablo. Y la voluptuosa Eva Mendes (una mujer para quitar el hipo) asume obedientemente el protocolario papel de bella novia del héroe de marras.

Así, al final uno sale empachado de tanto truquito visual generado por ordenador y sin haber encontrado atisbo alguno de épica u emoción en una cinta que, precisamente, debería ofrecer ambas cualidades a raudales. Esto del 'cine-cómic' me empieza a aburrir.

Título: Ghost Rider: El Motorista Fantasma (Ghost Rider) / Dirección: Mark Steven Johnson. / País: USA. / Año: 2007. / Duración: 114 min. / Género: Acción, fantástico. / Interpretación: Nicolas Cage (Johnny Blaze), Eva Mendes (Roxanne Simpson), Wes Bentley (Blackheart), Sam Elliott (Caretaker), Donal Logue (Mack), Peter Fonda (Mefistófeles). / Guión: Mark Steven Johnson; basado en el personaje de Marvel Comic. / Producción: Avi Arad, Steven Paul, Michael De Luca y Gary Foster. / Música: Christopher Young. / Fotografía: Russell Boyd. / Montaje: Richard Francis-Bruce. / Diseño de producción: Kirk M. Petruccelli. / Vestuario: Lizzy Gardiner. / Estreno en USA: 16 Febrero 2007. / Estreno en España: 16 Febrero 2007. / Web: www.sonypicturesreleasing.es / Mi valoración en MuchoCine.net:

[+] El motorista fantasma, para 2007
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Niños grandes

Por | 14 febrero 2007 | Comentar


Profundiza, dando en la llaga con precisión clínica, en esa irrenunciable naturaleza infantil que nos es común y nos sitúa ante inseguridades, caprichos o huidas que tambalean nuestra existenciaAdemás de para descubrir el gran talento interpretativo de Tom Wilkinson, En la habitación me sirvió para seguir la pista de un director capaz de hurgar en los sentimientos con la precisión de un cirujano. Pese a su apariencia de telefilme, aquella cinta, primer largo de Todd Field, sentó las bases de sus virtudes cinematográficas como realizador: un modélico trabajo en la dirección de actores y el ritmo sosegado de un cine que desentraña, con el mayor detalle, los distintos pliegues de sus personajes. En Juegos secretos (inapropiada traducción del original Little children), los aciertos de su predecesora siguen intactos, e incluso mejorados, pero también adolece de algunos de los defectos de aquélla. Como su preferencia por determinados personajes, mejor perfilados, frente a otros que tienden a ser retratados con brocha gorda y tirando de estereotipos. O la utilización, más bien precipitada, del tentador recurso de cerrar historias cruzadas con un trágico final.


Título: Juegos secretos (Little children)
Dirección: Todd Field.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 130 min.
Género: Drama.
Interpretación: Kate Winslet (Sarah Pierce), Patrick Wilson (Brad Adamson), Jennifer Connelly (Kathy Adamson), Gregg Edelman (Richard Pierce), Noah Emmerich (Larry Hedges), Jackie Earle Haley (Ronald James McGorvey), Phyllis Somerville (May McGorvey), Ty Simpkins (Aaron Adamson), Sadie Goldstein (Lucy Pierce).
Guión: Todd Field y Tom Perrotta; basado en la novela de Tom Perrotta.
Producción: Albert Berger, Ron Yerxa y Todd Field.
Música: Thomas Newman.
Fotografía: Antonio Calvache.
Montaje: Leo Trombetta.
Diseño de producción: David Gropman.
Vestuario: Melissa Economy.
Estreno en USA: 3 Noviembre 2006.
Estreno en España: 9 Febrero 2007.
Web: http://www.littlechildrenmovie.com/
En MuchoCine.net:

Pese a todo, Little Children es una interesante cinta que asume el difícil reto de relatar, sin adoctrinar o incluir moralina, cómo conviven varias familias de clase media/alta en la típica urbanización norteamericana. Centra su narración en el idilio estival que viven Brad Adamson (Patrick Wilson) y Sarah Pierce (magnífica Kate Winslet) a espaldas de sus respectivas parejas: Kathy Adamson (Jennifer Connelly) y Richard Pierce (Gregg Edelman). Sin justificar con cursis coartadas románticas ni censurar la relación adúltera, ésta es planteada como la consecuencia de un aburrimiento infantil o de una ingenua búsqueda de la felicidad nacida de esa constante insatisfacción vital tan común entre nuestras sociedades.

La voz en off del relato, proveniente del personaje de Winslet, describe su hartazgo hacia su marido o hacia su hija, a quien califica de caprichosa y egoísta sin reparar en la condición de niña de aquélla. Así, cuando en su vida irrumpe una inesperada bocanada de aire fresco a raíz de su relación con Brad, cree sentirse sumida en una felicidad pura y cristalina, en las antípodas de su gris y rutinaria vida. Y a Brad le ocurre algo parecido. No es infeliz en su rol de amo de casa o como principal responsable de la crianza de su hijo, pero tampoco es feliz en su continuo debatir entre estas obligaciones domésticas y la presión familiar para que apruebe el examen que le resta para graduarse en Derecho. Se siente como despojado de sus años de juventud al haber asumido responsabilidades desde temprana edad.

Otro personaje, cuya historia sirve para hilvanar el conjunto, es el pedófilo Ronald James McGorvey (magnífico Jackie Earle Haley pese a estar muy mal doblado). Aunque es consciente de su patológica atracción hacia los niños, no consigue superar su condición de enfermo ni con el apoyo de su madre, única persona por la que se siente querido. Y menos aún en un barrio donde es vigilado y perseguido hasta la extenuación por padres asustados por la amenaza que Ronald representa para sus hijos (excelente la escena de la piscina, con guiño incluido a las estampidas que el Tiburón de Spielberg generaba entre los bañistas). La historia de Ronald viene emparejada con la del policía retirado Larry Hedges (Noah Emmerich), un hombre con un matrimonio fracasado, perdido tras su expulsión del cuerpo policial por un grave error que cometió estando en servicio y, como otros personajes del filme, necesitado del cariño y el reconocimiento de un niño grande que se siente marginado.

Al final, Little children solapa con algunos de los aciertos apuntados puntos más flojos como un ritmo irregular por momentos y el uso abusivo, casi colindante con el apunte autoexplicativo, de la voz en off. Pero sí profundiza, dando en la llaga con precisión clínica, en esa irrenunciable naturaleza infantil que nos es común y nos sitúa ante inseguridades, caprichos o huidas que tambalean nuestra existencia, pero también la de quienes son tenidas por personas cuerdas, sensatas y ponderadas. De forma que, en más de una ocasión, seamos y nos comportemos más como unos niños grandes que como los adultos que aparentamos ser.

OTRAS OPINIONES...
Rosenrod, de Dioses y Monstruos: "Juegos secretos (o sea, Little Children) no es la gran película que podía haber sido. Pero tiene momentos para el recuerdo, como la gran Kate Winslet hablando de Madame Bovary".
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pequeñoIban!, de ¿Y si esta vez te quedaras?: "No hay que limitar Little Children a una reflexión sobre el sufrimiento del menor, ni a un pensamiento en voz alta acerca de como a los 30 seguimos sin madurar, en cambio si hay que entenderla como el retrato fiel de nuestra facilidad para escapar de la felicidad".
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Francisco Bellón, en Muchocine.net: "La propuesta inicial del film, a pesar de una desastrosa narración en forma de voz en off, cautiva al espectador, con una primera media hora muy atractiva. Sin embargo, poco a poco la trama se va debilitando, sin tardar demasiado en desmoronarse por completo".

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Esta peña da mucho miedo

Por | 06 febrero 2007 | Comentar


Uno se queda apenado por esos niños a los que se les aplica un cruel lavado de cerebro y se les obliga a seguir, con sufrimiento, los desquiciados principios de esta nueva fórmula de integrismo occidentalImagine que un día, mientras ve las noticias o un documental del canal Historia, asiste perplejo a la homogénea y radical formación de las Juventudes Hitlerianas o, en tiempo presente, a la de unos niños musulmanes adiestrados por talibanes. Probablemente piense que es horrible educar de esa manera a la inocente mente de un niño aún en plena fase de formación, y también piense para sí que sería imposible la aplicación de tácticas similares entre los niños y adolescentes de nuestras sociedades 'avanzadas y democráticas'. Pero si tiene la suerte de poder visionar el clarividente y espléndido documental Campamento Jesús (Jesus Camp), nominado al Oscar de su categoría este año, todo lo anterior le parecera de lo más discutible.


Título: Jesus Camp (El Campamento de Jesús)
Año: 2006
Duración: 87 min.
Género: Documental
País: Estados Unidos
Dirección y guión: Heidi Ewing y Rachel Grady
Música: Michael Furjanic, Neill Sanford Livingston
Fotografía: Mira Chang, Jenna Rosher
Producción: Magnolia Pictures presenta una producción A&E Indiefilms / Loki Films
Web: www.jesuscampthemovie.com
En MuchoCine.net:

El documental de Heidi Ewing y Rachel Grady está rodado en EE.UU. y se centra en la rampante y poderosa comunidad de ciudadanos creada en torno a la Iglesia Evangélica. Concretamente, la cinta narra cómo son reclutados niños de unos 10 años y edades inferiores para el campamento de Dakota del Norte, Kids of fire, dirigido por Becky Smith (la señora de la foto). Una vez allí, uno presencia, con no menos perplejidad a la anteriormente vista en la fase de captación inicial, cómo estos niños son educados en 'supuestos' valores cristianos con prácticas propias del integrismo religioso más radical.

Les instan a retomar el control de su país, al grito de que son soldados de Cristo, para evitar 'contaminaciones' procedentes de etnias no cristianas como musulmanas o de otra índole. Veneran cual paso de Semana Santa una fotografía del presidente Bush (declarado seguidor de los evangélicos) y piden a Jesús que ilumine a éste para poner toda la nación bajo Dios ("one nation under God"). Todo estos mensajes son presentados en espectaculares 'shows' similares a un concierto, con efectos de sonido y luz, a unos niños que llegan a entrar en trance en los momentos cumbre del acto. Se les ve llorar a lágrima viva cuando rezan o se arrepienten de sus pecados, o se les ve cómo convulsionan sus cuerpos como si les diese el baile de San Vito cuando el Espíritu Santo va a entrar en ellos.

Pero el documental va más allá, y muestra como, tras todo este movimiento religioso, hay un manifiesto interés por acaparar el control político de las principales instituciones del país. De hecho, es ése, y no otro, el principal mensaje que machaconamente repiten en mucho de los actos de centrifugado cerebral, pidiendo el voto de manera descarada para grupos de poder similares al que Bush lidera en la Casa Blanca. Así, en estos 'shows' religiosos se habla más de poder y de identificar al enemigo (todos aquellos que no abrazan la fe de ellos, es decir, los distintos) para homogeneizar toda la sociedad en torno a sus principios evangélicos. De forma que no se ven muchas diferencias entre movimientos como éste y, por ejemplo, otros como el de supremacía aria.

En el documental, el contrapunto a este grupo lo ponen desde el influyente programa de radio Ring of Fire, de Mike Papantonio y Robert F. Kennedy Jr. En el espacio se advierte sobre el brutal crecimiento de este movimiento, que alcanza entre a 80 y 100 millones de noteamericanos. Se denuncia cómo este grupo resquebraja la división constitucional entre Estado y Religión y cómo se aprovechan de la tierna mente de los niños para extender su mensaje de división entre las generaciones futuras.

Terminado el documental, uno recapacita, entre la alucinación y el pavor, sobre el hecho de que alguien con ideas similares sea el presidente de la principal potencia del mundo. Pero, sobre todo, uno se queda apenado por esos niños a los que se les aplica un cruel lavado de cerebro y se les obliga a seguir, con sufrimiento, los desquiciados principios de esta nueva fórmula de integrismo occidental.
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Trailer del documental.
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Tiempos de ebullición política y social

Por | 03 febrero 2007 | Comentar


Estévez, con el cómplice respaldo de un pléyade de estrellas y amigos, se ha embarcado en un proyecto muy personal que quizá sea su mejor filme como realizador pero que se queda a varios peldaños de la excelenciaResulta curioso el cuantioso número de cintas corales que vienen poblando la cartelera últimamente. No quiero pensar que el fenómeno Crash haya sido el detonante de todo, pero empiezo a sospechar que muchos han elegido tal fórmula atraídos por el tufillo de la estatuilla dorada. Bobby, el tercer largometraje dirigido por Emilio Estévez, también apuesta fuerte por un relato fragmentado siguiendo la estela de una indisimulada influencia reconocida por el propio Estévez, la del maestro de las historias-mosaico, Robert Altman.


Título: Bobby
Dirección y guión: Emilio Estevez.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 120 min.
Género: Drama.
Interpretación: Harry Belafonte (Nelson), Joy Bryant (Patricia), Nick Cannon (Dwayne), Emilio Estevez (Tim Fallon), Laurence Fishburne (Edward Robinson), Heather Graham (Angela), Anthony Hopkins (John Casey), Helen Hunt (Samantha), Lindsay Lohan (Diane), William H. Macy (Paul Ebbers), Demi Moore (Virginia Fallon), Martin Sheen (Jack Stevens), Christian Slater (Timmons), Sharon Stone (Miriam Ebbers), Elijah Wood (William Avary), Ashton Kutcher (Test).
Producción: Michel Litvak, Edward Bass y Holly Wiersma.
Música: Mark Isham.
Fotografía: Michael Barrett.
Montaje: Richard Chew.
Diseño de producción: Patti Podesta.
Vestuario: Julie Weiss.
Estreno en USA: 23 Noviembre 2006.
Estreno en España: 19 Enero 2007.
Web: www.mangafilms.es/bobby

La cinta pivota entre el homenaje al legado ideológico del senador Robert Francis 'Bobby' Kennedy y el recuerdo nostálgico de unos años clave en la historia norteamericana desde el punto de vista político y social. En aquella etapa nacieron grupos por la liberación femenina, de lucha contra el racismo o el movimiento 'hippie', entre otras manifestaciones contraculturales. Además, todo aquel ambiente fue el caldo de cultivo que impulsó la liberación sexual y la experimentación psicodélica con las drogas propias de los 60 y 70. Pero, como también retrata el filme, en aquellos años la población contaba con una fuerte conciencia política espoleada por las protestas contra la guerra de Vietnam. La gente abrigaba francas esperanzas en un cambio para superar los diversos frentes abiertos en su país. Y Bobby Kennedy, como si se tratase del último clavo ardiendo al que agarrarse tras los asesinatos de JFK y Martin Luther King, personificó y aglutinó los anhelos de cambio para un país dividido.

Así, la cinta concentra el relato de las diversas historias personales en torno a la horas previas al asesinato del senador por Nueva York y candidato demócrata a las presidenciales. Las secuencias de cada una de las historias se intercalan unas con otras y con imágenes de archivo de algunos de los discursos y actos públicos de Kennedy. Todas destilan el espíritu de esperanza que impregna el relato, pero sólo algunas consiguen emocionar. Por tanto, los aciertos de unas se ven ensombrecidas por la flojedad de otras, y el conjunto del filme quizá se ve lastrado por un exceso de discurso político, pese a que el fondo del mismo sea compartible al cien por cien.

Estévez, con el cómplice respaldo de un pléyade de estrellas y amigos, se ha embarcado en un proyecto muy personal que quizá sea su mejor filme como realizador pero que se queda a varios peldaños de la excelencia.

OTRAS OPINIONES...
Rosenrod, de Dioses y Monstruos: "Como conjunto, Bobby no acaba de cuajar; pero Laurence Fishburne, Freddy Rodríguez, Sharon Stone, Demi Moore o Christian Slater se encargan de regalarnos unos solos que salvan una cinta acomplejada por su extenso reparto".
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Donnie, de The made me do it: "Muestra las experiencias de gente corriente a la vez que conmemora la figura de un hombre extraordinario, mientras que sirve de "momento instantanea" de aquella trágica noche".

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El salvaje ocaso de una civilización

Por | 02 febrero 2007 | Comentar


La riqueza de recursos con la que están rodadas las persecuciones y las luchas apenas tienen parangón. Y aún así no desaparece en esta parte el halo poético de todo el conjunto"Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro", con esta frase del historiador francés W. Durant comienza la nueva película de Mel Gibson. Es el prólogo de una cinta que resulta más apabullante por su potencia visual que por su mensaje subyacente condensado en la cita anterior. Una arriesgada apuesta de un director ajeno a modas de la industria o a intromisiones comerciales. Porque se tiene que estar muy al margen de todo ello para rodar una película sobre el final de la otrora poderosa civilización maya, hacerlo en yucatec y con un reparto de actores sin experiencia previa reclutados desde México, Nuevo México, el Sur de California, toda América Central y Canadá. Y el resultado es una magnífica cinta en todo su andamiaje audiovisual e interesante en su relato, claramente dividido en dos: la presentación de la vida tribal de una aldea, y la destrucción de ésta a manos de una fuerza invasora diezmada por las enfermedades que, con pavor, achacan a la furia de sus dioses.


Título: Apocalypto
Dirección: Mel Gibson.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 139 min.
Género: Drama, aventuras, acción.
Interpretación: Rudy Youngblood (Jaguar Paw), Dalia Hernandez (Seven), Jonathan Brewer (Blunted), Raoul Trujillo (Zero Wolf), Gerardo Taracena (Middle Eye), Rodolfo Palacios (Snake Ink), Fernando Hernandez Perez (sumo sacerdote), Maria Isidra Hoil (oráculo).
Guión: Mel Gibson y Farhad Safinia.
Producción: Mel Gibson y Bruce Davey.
Música: James Horner.
Fotografía: Dean Semler.
Montaje: John Wright.
Diseño de producción: Tom Sanders.
Vestuario: Mayes C. Rubeo.
Estreno en USA: 8 Diciembre 2006.
Estreno en España: 19 Enero 2007.
Web: www.apocalypto.aurum.es

Antes de ese punto, Gibson hace una aproximación con el mayor afán de verismo posible a la vida cotidiana de los miembros de una aldea maya: dedicados a la caza y la crianza de sus hijos. Se toma su tiempo el filme en describir aquella vida en la que se respetan las leyes de la naturaleza y los ancianos son venerados como fuente de sabiduría. Pero la semilla de un destino terrible ya es plantada en ese prólogo cuando Jaguar Paw (Rudy Youngblood) contempla un hecho que la inquieta durante una jornada de caza. Por primera vez en su vida el miedo se apodera de él de forma extraña; una desagradable sensación de la que su padre le advierte severamente como si ésta fuese una peste capaz de contagiar a todo su pueblo.

Y con miedo asistirá al espectador a la salvaje destrucción de la aldea de Jaguar Paw. Ahí es donde comienza una segunda parte del relato más familiar para el espectador, con la estructura típica de una cinta de acción pero, en este caso, envuelta toda ella por unas potentes imágenes rodadas con el nervio de quien maneja con absoluta destreza el lenguaje del cine. La riqueza de recursos con la que están rodadas las persecuciones y las luchas apenas tienen parangón. Y aún así no desaparece en esta parte el halo poético de todo el conjunto.

En esta adrenalítica parte del metraje, Paw asistirá a la cruel destrucción de su pueblo y al terrible abandono de los niños tras ser capturados todos los adultos. Ellos serán conducidos a una gran ciudad maya en pleno declive, azotada por la enfermedad, la corrupción y el esclavismo. Las mujeres serán vendidas como esclavas, mientras que los hombres serán conducidos a una gran pirámide-altar para ser sacrificados como ofrendas a Kukulkan, el gran dios del Sol, a quien ruegan porque cesen la sequía y las plagas. La suerte, en forma de eclipse, le salva el pellejo a nuestro protagonista, quien tiene una poderosa razón en su aldea para luchar por su vida hasta la extenuación.

Como si de una cacería se tratase, en la que los papeles de cazador y presa se invierten constantemente, Paw será perseguido por sus captores una vez consiga escapar. En esta parte, siguiendo la tónica general del filme, la explícita violencia se agudiza. Una violencia que ha acarreado no pocas polémicas, no sólo por ser excesiva hasta la repulsión, sino porque quienes se consideran herederos de ese pasado califican el filme como una difamación de la civilización maya.

No sé hasta qué punto el rigor histórico ha flaqueado para sucumbir a ese lado tan 'gore' de Gibson. Por ejemplo, en el artículo que enlazo hablan de que se describen "a los mayas como practicantes del sacrificio humano, al sacar el corazón de la víctima en un espectáculo público en la cima de una pirámide. Éste era un ritual azteca y no maya, un hecho muy conocido para cualquier estudiante de historia mesoamericana (...)". No obstante, el conjunto del relato es más que notable y en su epílogo remacha el argumento expresado en la cita de Durant.

OTRAS OPINIONES...
Rosenrod, de Dioses y Monstruos: "Con la extraordinaria Apocalyto, Mel Gibson llega a su madurez como director. Una obra maestra admirable, llena de nervio y firmada por alguien que respira cine".
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Jose, de Cine: "Mel Gibson lleva a rajatabla uno de los primeros principios del buen guión: al heroe hay que maltratarlo".
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Cineahora: "Creo que este tipo acaba de inventar un nuevo (sub) género: el gore-histórico. Será un bocazas y un alcohólico, pero por muchas cabezas que rueden, que no sea la suya. ¡Cómo filma este tío!"