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Burda secuela recaudatoria

Por | 06 abril 2006 | Comentar


Título: Instinto básico 2: adicción al riesgo (Basic instinct 2)
Dirección: Michael Caton-Jones.
Países: USA, Alemania, España y Reino Unido.
Año: 2006.
Duración: 114 min.
Género: Thriller.
Interpretación: Sharon Stone (Catherine Tramell), David Morrisey (Dr. Michael Glass), Charlotte Rampling (Milena Gardosh), David Thewlis (Detective Roy Washburn), Hugh Dancy (Adam Towers), Anne Caillon (Laney Ward), Iain Robertson (Peter Ristedes), Stan Collymore (Kevin Franks), Kata Dobó (Magda), Flora Montgomery (Michelle Broadwin), Jan Chappell (Ángela).
Guión: Leora Barish y Henry Bean; basado en los personajes creados por Joe Eszterhas.
Producción: Mario F. Kassar, Andrew G. Vajna y Joel B. Michaels.
Música: John Murphy.
Fotografía: Gyula Pados.
Montaje: John Scott e István Király.
Diseño de producción: Norman Garwood.
Vestuario: Beatrix Aruna Pasztor.
Estreno en España: 31 Marzo 2006.
Web:
www.basicinstinct2movie.com

Al margen de en el dinero que se iba a embolsar, no sé en qué demonios pensó Sharon Stone para volver a encarnar el personaje al que le debe su estatus de estrella. Ni Verhoven ni los antiguos productores del primer filme quisieron embarcarse en este proyecto cuya materialización se produjo, finalmente, por el decidido empeño de la actriz. Y si el principal responsable de haber aportado algo de dignidad a aquel thriller de los 90 se quitó de en medio, el resultado no podía ser otro que el hortera y cutre de esta secuela innecesaria y sintomática de la, a veces, alarmante falta de ideas entre los gurús de la industria. Desde un guión que no hay por donde coger, escrito por un lego cuyo único afán parece ser el de abrillantar la aviesa inteligencia de la femme fatale Catherine Tramell, hasta las enlatadas y efectistas insinuaciones sexuales (mucho más lights y sin la fuerza de ebullición del filme original), el rosario de despropósitos en esta Instinto Básico II, Adicción al riesgo, es inacabable.

Y el afán monetario de la actriz lo desvela ella misma cuando reivindica, en una pose de absurdo feminismo, que ahora ha conseguido, como mujer, cobrar el mismo cuantioso sueldo de Michael Douglas en el primer filme. Es lamentable que a alguien a quien se le supone un coeficiente intelectual de un superdotado pueda expresar semejante sandez. Eso sí, si su objetivo era ése, el de forrarse, probablemente lo consiga, pero, por favor, no insulte a la inteligencia del espectador hablando sobre los múltiples retos artísticos que le planteaba una nueva entrega de una película cuyo valor original tampoco era para echar cohetes. Vamos, que no partían de un filme de culto. Esta secuela pasará a la historia como otros tantos engendros impulsados al rebufo de un previo éxito taquillero y sin otro objetivo que el de hacer caja. Es decir, como ejemplo del peor cine.

Ni el más mínimo atisbo de arte asoma por esta película aburrida, plana y, por momentos, cómica de manera involuntaria: la parida de historia que narra no precisa si quiera de una versión de coña en las típicas Scary Movie o Date Movie. Ella misma es risible por sí misma. Y para colmo, como subrayaba Teo, de LoQueYoTeDiga, el picahielo sale sin motivo alguno, simplemente se muestra en una escena suelta sin ton ni son. Alguien debió pensar que la malvada heroína necesitaba aparecer con su inconfundible marca de la casa. Lo dicho, lamentable.

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