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Sitges 2008: magnífico el sueco Alfredson; terrorífico el inglés Watkins; no defrauda el brasileño Meirelles

Por | 19 octubre 2008 | Comentar


Si tuviera que elegir de entre todo lo que pude ver durante mi estancia en Sitges (últimos semana del festival, a razón de dos películas por día), los trabajos de estos tres directores ocuparían mi particular podio. Incluiría en otro meritorio puesto a Red, una filme con estética y sinopsis de telefilme que se hace grande gracias a un soberbio Brian Cox, e incluso a The Burrowers, un cruce entre western y cine de monstruos que funciona cuanto más se remite al primer subgénero que al segundo. Y si tuviera que adjudicar un premio fuera de concurso a la propuesta más ingeniosa o con más chispa, el francés Mabrouk El Mechri tendría todas las papeletas por la entrañable gamberrada JCVD, un relato que funciona como envés, cómico a vecés, patético-dramático otras, de la vida de una estrella de acción gastada y perdida por los estantes de los videoclubs como Jean-Claude Van Damme.

De lo visto en la sección oriental, y dado que ni me reconozco fanático ni entendido en el manga, la adaptación cinematográfica del cómic nipón 20th Century Boys me pareció como una alambicada versión oriental de la serie de TV Héroes; el remake que el director japonés Shinji Higuchi hace de La fortaleza escondida, filme de Kurosawa que inspiró a Lucas para su saga galáctica, una entretenida peli épica de samurais; y de los cortos de animación proyectadas conjuntamente bajo el título de Genius Party, me gustaron casi todos salvo dos que parecían paridos por un tipo bastante perjudicado por el consumo de sustancias de dudosa procedencia.

Pero entremos en harina...

Enésima vuelta de tuerca a los relatos vampíricos
Oskar vive solo con su madre divorciada y, de cuando en cuando, visita a su padre los fines de semana. Es el típico chaval 'distinto' que, como tal, recibe el maltrato de los típicos matones de cole. La llegada a su bloque de una chica de edad parecida y similar situación de soledad y marginalidad le abrirá las puertas de una auténtica amistad y le conducirá a su primer enamoramiento. Pero su solitaria y pálida vecina Eli esconde un secreto del que intentará proteger a su nuevo amigo. Let the right one in es la adaptación cinematográfica de la exitosa novela de John Ajvide Lindqvist, también guionista del filme, que ofrece una nueva y bella vuelta de tuerca al género vampírico. Altamente recomendable, la cinta incluye un impagable giro final 'gore'.

'Thriller' de manual con retranca social
Una profesora se despide de sus pequeños alumnos con exquisita educación inglesa. Lo recoge su novio para el que se promete como un inolvidable fin de semana romántico para ambos. La radio del coche ya nos pone en sobreaviso: en una tertulia radiofónica se alerta sobre rampantes casos de delincuencia y vandalismo adolescentes. En el solitario lago Eden Lake, la acaramelada pareja verá interrumpida su escapadita por algunos de estos especímenes con actitud matonesca. Desde ese encuentro, ambos vivirán un calvario en permanente in crescendo hasta el final. De forma que el desasosegante filme se torna en una salvaje cacería humana por los bosques del lago en la que los papeles de presa y cazador se irán intercambiando. Eden Lake es un thriller de manual rodado con firme pulso por el inglés James Watkins, quien propone una historia que, como él mismo advirtió antes de la proyección, uno más que verla, sobrevive a su visionado.

Hipótesis social
Años estuvo resistiéndose José Saramago a vender al cine los derechos de su aclamada novela Ensayo sobre la ceguera (1995). Dicen que uno de los argumentos que le motivó a consentir esta adaptación fue que el proyecto viniera liderado por Fernando Meirelles. La película, al igual que el libro, parte de una hipótesis social. Un hombre contrae un extraño caso de 'ceguera blanca' mientras está detenido en su coche frente a un semáforo. Pronto, la enfermedad se extiende por toda la ciudad hasta adquirir la dimensión de una epidemia que se ha de cercenar por una severa cuarentena. El oftalmólogo que atiende a este primer caso también es contagiado y, junto con otros enfermos, es aislado en una instalación carcelaria abandonada. Su mujer, extrañamente inmune a la enfermedad, simula haberse quedado ciega para poder acompañar a su marido. A partir de ahí, Blindness propone diversas reflexiones en torno a la capacidad del ser humano para degradarse éticamente bajo ciertas circunstancias de incivilización. Ofrece una desoladora imagen de las personas, desconfía del aparante orden de la vida en sociedad, tan frágil como un castillo de naipes expuesto a un huracán, y concluye con una tibia esperanza final.