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Sir Ridley, recuperado por la vía del cine de género

Por | 14 enero 2008 | Comentar


La carrera de Ridley Scott deambulaba en los últimos años por terrenos irregulares que parecían vaticinar el ocaso de su maestría. Salvo Gladiator, abultadamente premiada en los Oscar de 2001 pero enmarcable en la tradición del mejor cine épico, cintas como Un buen año, Los impostores o El reino de los cielos apenas dejaban entrever la sombra del realizador que acuñó mitos del cine ochentero como Alien o Blade Ranner. Y para su resurgir ha recurrido en su último trabajo a subgéneros, como el de gansters o el thriller policiaco, tan abordados por otros grandes directores con resultados magníficos. Sin ir más lejos, Martin Scorsese saldó su deuda con el Oscar gracias a un filme ubicado entre ambas temáticas con su excelente pero no magistral The Departed.


Título: American Ganster
Dirección: Ridley Scott.
País: USA.
Año: 2007.
Duración: 157 min.
Género: Drama policiaco.
Interpretación: Russell Crowe (Richie Roberts), Denzel Washington (Frank Lucas), Chiwetel Ejiofor (Huey Lucas), Cuba Gooding Jr. (Nicky Barnes), Josh Brolin (detective Trupo), Carla Gugino Laurie Roberts), John Hawkes (Freddie Spearman), Ted Levine (Lou Toback), Armand Assante (Dominic Cattano), Common (Turner Lucas), John Ortiz (Javier Rivera).
Guión: Steven Zaillian.
Producción: Brian Grazer y Ridley Scott.
Música: Marc Streitenfeld.
Fotografía: Harris Savides.
Montaje: Pietro Scalia.
Diseño de producción: Arthur Max.
Vestuario: Janty Yates.
Estreno en USA: 2 Noviembre 2007.
Estreno en España: 28 Diciembre 2007.
Web: http://www.americangangster.es/
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American Ganster asume con respeto la larga tradición de cintas ambientadas en la mafia y bebe también en universos típicos de James Ellroy como el de la corrupción político-policial. Supone también para Scott el reencuentro profesional con Russell Crowe, el protagonista de su última gran película. Y su primera colaboración con Denzel Washington, actor que sigue demostrando sus amplias capacidades para interpretar casi cualquier papel.

El guión del filme, que parte de una historia real, está estructurado como una narración paralela de las vidas de los dos protagonistas, el mafioso Frank Lucas y el policía Richie Roberts. Las vidas de ambos discurren por caminos semejantes pero en sentidos opuestos. Mientras Richie deberá sufrir en los inicios de su carrera el desprecio de sus compañeros por no aclimatarse al ambiente de enquistada corrupción policial, Lucas aprovechará los conocimientos adquiridos de su jefe, un importante líder de la mafia negra, para recoger su testigo a su muerte y prosperar hasta convertirse en el mayor traficante del Nueva York de los 70.

Otro factor clave para la rápida ascensión de Lucas en el negocio del tráfico de heroína fue la guerra. En Vietnam, muchos soldados se convirtieron en yonquis que importaron su adicción a su país. La heroína era la droga de moda, la que todo el mundo quería y debía probar para estar en la onda. Lucas, consciente de esta creciente demanda, fue directamente a la fuente productora del codiciado opiáceo. Puso en las calles una heroína de gran calidad a un precio razonable gracias a unas inmejorables condiciones de importación obtenidas mediante enjuagues con altos funcionarios políticos y militares, quienes le facilitaban su transporte hasta EE.UU. directamente desde el propio Vietnam.

Muy distinto, y probablemente más arduo, fue el camino hasta el éxito de Richie. Su condición de insobornable le granjeó pocos amigos y mala fama en un cuerpo policial corrompido hasta la médula, pero, en cambio, le posibilitó el liderar una unidad especial antidroga que se encargaría de descabezar los amplios tentáculos de un negocio en pleno apogeo.

Huelga decir que, con Crowe y Washington en los papeles protagonistas, el apartado artístico está cubierto con sobrada solvencia, más aún si se les suma el gran trabajo de los secundarios que los arropan. Por otra lado, la ambientación setentera de Nueva York, en palabras de Ridley Scott, no les fue nada fácil dado lo distante que es ahora la estética actual de la ciudad, limpia y ordenada hasta en los barrios tenidos por suburbios hace años, del aspecto más desgastado y sucio que la película consigue recrear espléndidamente.

Factores como éstos, así como la ágil y entretenida narración, hacen de American Ganster un filme de gran calidad, que denota la sabia firma que hay tras ella y reconcilia a Scott con su público más exigente.