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Birdman

Por | 30 enero 2015 | Comentar

Título: Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia).
Dirección: Alejandro González Iñárritu
País: USA.
Año: 2014.

VALORACIÓN (1/10): 8
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Duración: 119 min.
Género: Comedia dramática.
Interpretación: Michael Keaton (Riggan), Zach Galifianakis (Jake), Edward Norton (Mike), Amy Ryan (Sylvia), Emma Stone (Sam), Naomi Watts (Lesley), Andrea Riseborough (Laura).
Guion: Alejandro González Iñárritu, Nicolás Giacobone, Alexander Dinelaris y Armando Bo.
Producción: Alejandro González Iñárritu, John Lesher y Arnon Milchan.
Diseño de producción: Kevin Thompson.
Vestuario: Albert Wolsky.
Distribuidora: Hispano Foxfilm.
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Estreno en España: 9 Enero 2015.
  • Un carrusel de réplicas al ritmo de improvisados sones de batería que marcan los altos y bajos de una gastada estrella hollywoodense.
  • Reflexiona acerca de lo que separa la popularidad de la celebridad o de la ‘idiotización’ de un público ávido por compartir cada minuto de su vida.
Intrépida jam session
Aparte de por su falso plano secuencia como principal recurso formal, la osada última apuesta de Iñárritu me sorprendió por la banda sonora de Antonio Sánchez, batería cuya música remarca la sensación de ‘jam session’ fílmica que la película me dejó. Como si de un todo continuo se tratase, gracias a una filmación hábilmente trucada para simular una única toma, en Birdman fluyen los personajes entrando y saliendo de plano, la cámara, yendo de un lado a otro como espectador indiscreto de las andanzas del atormentado Riggan Thomson y de sus compañeros de función, sus parejas, su productor o su hija. Y así como en una jam el jazz improvisado proviene del instinto y talento de un grupo de músicos, la cinta nos lleva por un tobogán de emociones interpretado por un inspirado reparto al servicio de un relato mínimo pero con múltiples lecturas.

Riggan Thomson (Michael Keaton), en un fotograma del filme.

Porque, aunque la película sea la historia de una vieja gloria del cine de acción anclada en el pretérito éxito de su papel como Hombre Pájaro, el realizador mexicano reflexiona acerca de lo que separa la popularidad de la celebridad o de la ‘idiotización’ de un público ávido por compartir cada minuto de su vida para integrarse en esta sociedad exhibicionista. Entre esas dobles lecturas presentes en el filme, Iñárritu no desaprovecha la ocasión para lanzar un dardo envenado a la industria del cine por su inclinación al éxito seguro con el omnipresente cine de superhéroes. De hecho, y casi como en un guiño irónico entre Michael Keaton y su personaje, la crisis existencial de Riggan radica en su afán por zafarse de su fama como actor de héroe de acción. Ahora pretende crear arte, trascender y dejar huella volcándose en la adaptación teatral de una novela de Raymond Carver que dirige y protagoniza.

Lo cierto que, pese a todos los riesgos asumidos por un Iñárritu siempre dispuesto a innovar y a apostar por la originalidad en cada filme, por momentos la película se me hizo ajena o sin empatía emocional como para sentirme concernido por este relato sobre lo que ocurre entre bambalinas, sobre el miedo al fracaso o la incertidumbre de cómo lograr el beneplácito de crítica y público. Lo que no me dejó indiferente fue la exhibición de un Michael Keaton soberbio o su pulso con el siempre talentoso Edward Norton, o los destellos de la sucinta pero estelar interpretación de Emma Stone. Un carrusel de réplicas al ritmo de improvisados sones de batería que marcan los altos y bajos de una gastada estrella hollywoodense.