Las buenas películas son el sustento del cinéfilo, el motivo por el que éste asiste al visionado de un nuevo filme con la esperanza de que el milagro del buen cine se obre de nuevo. Este año que ahora se cierra ha dado una fructífera cosecha de cintas notables, interesantes y alguna que otra joya. Lógicamente, hubo también mucho material desechable entre tanta producción, pero omitiré lo olvidable y comentaré, en un par de frases, las cintas que, sin duda, incorporaría a mi videoteca. Como no tengo el don de la omnipresencia ni tiempo ilimitado para ver cine —cosa que estaría muy bien, por cierto—, probablemente haya notables ausencias en esta lista de preferencias personales mermada, además, por el escaso cine independiente o de poco tirón comercial estrenado en mi tierra.
2006: un año de buenas razones para repetir el ritual cinematográfico
Por Matías Cobo | 31 diciembre 2006 | Comentar
Las buenas películas son el sustento del cinéfilo, el motivo por el que éste asiste al visionado de un nuevo filme con la esperanza de que el milagro del buen cine se obre de nuevo. Este año que ahora se cierra ha dado una fructífera cosecha de cintas notables, interesantes y alguna que otra joya. Lógicamente, hubo también mucho material desechable entre tanta producción, pero omitiré lo olvidable y comentaré, en un par de frases, las cintas que, sin duda, incorporaría a mi videoteca. Como no tengo el don de la omnipresencia ni tiempo ilimitado para ver cine —cosa que estaría muy bien, por cierto—, probablemente haya notables ausencias en esta lista de preferencias personales mermada, además, por el escaso cine independiente o de poco tirón comercial estrenado en mi tierra.
Los peajes de la industria
Por Matías Cobo | 16 diciembre 2006 | Comentar
Eragon es al cine lo que McDonald's a la gastronomía. Comida rápida, de fácil digestión y pobre valor nutritivo. Yo no la salvaría ni como evento palomitero/familiar de cine de centro comercial. Porque, en este caso, los productores de este invento mercadotécnico tienen una cara tan larga como despoblado el cerebro. Deciden hacer un batiburrillo copiando a la notable trilogía de Jackson, a la que el tiempo ubicará en un lugar privilegiado como cine épico de entretenimiento, y a la floja y reciente Las Crónicas de Narnia. El mediocre y previsible resultado es consecuencia directa de la insufrible inercia de los americanos a concebir el cine como una simple industria. Porque, aunque estas cintas sean precisas para sostener el mastodóntico negocio y producir, así, obras más pequeñas pero infinitamente mejores, reniego de la sobreabundancia de filmes de este tipo y de la parafernalia publicitaria y comercial que traen consigo. Al final, más que películas resultan ser franquicias de venta de videojuegos, juguetes o camisetas derivados de un rollo de dos horas y media olvidable al instante.
Título: Eragon
Dirección: Stefen Fangmeier.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 104 min.
Género: Acción, fantástico.
Interpretación: Edward Speleers (Eragon), Jeremy Irons (Brom), Sienna Guillory (Arya), Robert Carlyle (Durza), John Malkovich (rey Galbatorix), Djimon Hounsou (Ajihad), Garrett Hedlund (Murtagh), Joss Stone (Angela).
Guión: Peter Buchman; basado en la novela de Christopher Paolini.
Producción: John David y Wyck Godfrey.
Música: Patrick Doyle.
Fotografía: Hugh Johnson.
Montaje: Roger Barton.
Diseño de producción: Wolf Kroeger.
Vestuario: Kym Barrett.
Estreno en USA: 15 Diciembre 2006.
Estreno en España: 15 Diciembre 2006.
Web: www.eragonmovie.comLa película, como digo, no vale ni para estar entretenido mientras uno se come las pipas. La historia está decorada con los elementos típicos: elfos, dragones y héroes se enfrentan a un oscuro malvado que les sojuzga con la mano de hierro propia de todo caudillo medieval. El bien debe luchar contra el mal, y un elegido, que ahora en lugar de un hobbit portador de un anillo es un rubiales escogido como jinete del último ejemplar de dragón, será la esperanza de los hombres. El joven de rubios cabellos se topa con un huevo y de él nace una cría de dragón que, en un par de aleteos y correrías por el campo, se hace mayor y es capaz de charlar telepáticamente con el mozo. Como es el "elegido", aunque a todos se le antojen un esmirriado para tanta cabalgadura, las fuerzas del mal irán tras él para matarle. Pero sin apenas adiestramiento y, de la noche al día, el chico pilota a su dragón como Alonso un F-1 y comienza a hacer hechizos sin tener ni papa del idioma élfico propio del mundo de la magia. Y este cruce entre Aragorn y Gandalf, que cuenta con la inestimable colaboración de una corte de caballeros y amazonas dispuestos a dar su vida por él, es el héroe construido con esta escandalosa falta del originalidad.
Pero no basta con rodar una historia tan trillada e insulsa, además se filma copiando —en balde— el estilo de otras mucho mejores y plagiando secuencias y planos de manera clamorosa. ¿Cuántas veces habremos visto a un grupo de jinetes ataviados con largas capas cabalgar por el campo mientras la cámara, desde una toma aérea, da un giro de 360 grados a gran velocidad? Muchas, ¿no? Pues Eragon nos sirve otra ración de más de lo mismo. ¿Y por qué será que la fanfarria de fondo que oficia de banda sonora me suena haberla escuchado, pero en versiones infinitamente mejores (como la de Shore), otras decenas de veces? No sé si siquiera es disculpable la implicación en semejante proyecto de actores del talento de Jeremy Irons o John Malkovich. Vale que saquen unos milloncejos extra casi sin despeinarse en el cine comercial de cuando en cuando, pero quizá debieron pensárselo un poco antes de poner sus nombres en los créditos de este despropósito. Porque, sinceramente, su actuación está en consonancia con la pobreza de la del resto del reparto. Y la película no es que me haya defraudado, pues carecía de grandes expectativas, pero sí me ha molestado, como queda claro en estas líneas, por tratarse de una tomadura de pelo de tomo y lomo. No creo que me lo vuelvan a tomar con las secuelas de las próximas Navidades.
Desequilibrada y osada apuesta
Por Matías Cobo | 08 diciembre 2006 | Comentar
Aplaudo los riesgos en las puestas en escena, a los directores capaces de echar mano del lirismo visual para respaldar sus historias y, así, escaparse de las convenciones de la, casi siempre efectiva, narrativa clásica. Pero entiendo que acudir a encuadres rebuscados, a ralentizaciones de imágenes o al rodaje de secuencias oníricas debe estar justificado y debe engarzarse en el conjunto del filme con suavidad. Al Antonio Banderas director le gusta asumir riesgos como demuestra en esta cinta en la que usa fórmulas narrativas diametralmente opuestas a las vistas en sus trabajos como intérprete. Se le notan las tablas de un alumno aventajado que ha aprendido en la mejor escuela posible, la del cine americano, pero quizá le falte el necesario comedimiento para equilibrar forma y contenido. A El camino de los ingleses, una cinta que narra una historia convencional desde un punto vista nada convencional, le lastran unos excesos visuales que quizá, de haber estado más contenidos o de haber sustentado una historia de mayor calado, habrían completado una película redonda. Pero, lamentablemente, el resultado del segundo trabajo como realizador del malagueño se ha quedado a medio camino.
Título: El camino de los ingleses.
Dirección: Antonio Banderas.
Países: España y Reino Unido.
Año: 2006.
Duración: 120 min.
Género: Drama.
Interpretación: Alberto Amarilla (Miguelito Dávila), María Ruiz (Luli Gigante), Raúl Arévalo (Babirusa), Félix Gómez (Paco Frontón), Fran Perea ("El Garganta"), Marta Nieto ("La Cuerpo"), Mario Casas (Moratalla), Antonio Garrido (Cardona), Antonio Zafra ("El Enano Martínez"), Berta de la Dehesa ("La Gorda de la Cala"), Cuca Escribano (Fina), Juan Diego (don Alfredo), Victoria Abril ("La Señorita del Casco Cartaginés").
Guión: Antonio Soler; basado en su novela.
Producción: Antonio Banderas, Gustavo Ferrada, Carlos Taillefer y Antonio Meliveo.
Música: Antonio Meliveo.
Fotografía: Xavi Giménez.
Montaje: Mercedes Alted.
Dirección artística: Javier Fernández.
Vestuario: Bina Daigeler.
Estreno en España: 1 Diciembre 2006.
Web: www.elcaminodelosingleses.com
La elección de un reparto de actores jóvenes y poco conocidos es también una decisión arriesga que, en este caso, sí ha sabido aprovechar Banderas por la implicación que denotan todos ellos en cada secuencia. Alberto Amarilla, de conocido pasado televisivo, y un gran Raúl Arévalo, ya descubierto en la notable AzulOscuroCasiNegro, encarnan los principales papeles masculinos, mientras que la debutante María Ruiz y Marta Nieto asumen el peso del reparto femenino. Además, secundarios de lujo como Victoria Abril o Juan Diego completan un trabajo actoral que, en general, raya a gran altura. De igual modo sucede con la partitura compuesta por Antonio Meliveo o con la preciosista fotografía firmada por Xavi Giménez. Ambos elementos, junto al montaje de la cinta, los estéticos encuadres de algunos planos o la reiterada inclusión de secuencias oníricas, convierten la cinta en una personal apuesta que Banderas quizá no haya sabido contener lo suficiente. Como decía al principio, es de agradecer la ambición de originalidad que rebosa todo el trabajo del malagueño, pero tanto afán poético convierte el conjunto en un envoltorio de lujo demasiado frío.
OTRAS OPINIONES...
Miguel A. Delgado, en LABUTACA.net: "Fracaso sonado: El camino de los ingleses es un despropósito desde el primer fotograma. Un auténtico delirio, inexplicable en un Banderas director que había arrancado inmejorablemente con Locos en Alabama".
---------------
Daniel Galindo, de En Escena: "En esta suicida y sugerente apuesta formal la frialdad nos guía por espacios emocionales, terrenos pantanosos de los que sale el director con la ayuda cómplice de quien confíe en él".
---------------
Ana, de Palabrerío: "Mucho trabajo visual que lastimosamente se queda vacío. Chicos guapos con poca ropa tomando el sol, chicas nadando en la piscina o bailando bajo la lluvia. Pero aquí todo se queda en efecto".